En un estudio recientísimo publicado por JAMA Psychiatry ha concluido que las personas que padecer esquizofrenia tienen casi tres veces mas probabilidades de morir por la infección de coronavirus que la población que no la padece.

Los investigadores del Departamento de Psiquiatría la Facultad de Medicina Grossman de la Universidad de Nueva York, liderados por la doctora Katlyn Nemani, demostraron que le esquizofrenia representa el mayor factor de riesgo de muerte (2,7 veces), siendo el segundo factor de riesgo tras la edad (tener mas de 75 años aumenta la probabilidad casi 36 veces). El tercer orden lo ocupa el sexo masculino y la raza.

Este mayor riesgo asociado con el diagnóstico psiquiátrico en cuestión no puede explicarse por otros factores que a menudo acompañan a los trastornos mentales severos, como el padecer tasas mas elevadas de enfermedades cardíacas, diabetes y tabaquismo.

Sin embargo, el mencionado estudio mostró que los pacientes con otros problemas de salud psíquica, como trastornos del estado de ánimo (depresión o trastorno bipolar) o ansiedad, no tenían un mayor riesgo de muerte por infección por SARS-CoV-2.

Por los resultados de este trabajo se podría sugerir que hay algo en la biología de la esquizofrenia en sí misma que hace que quienes la padecen sean más vulnerables al COVID-19 y a otras infecciones víricas. Una posible explicación sería una alteración del sistema inmunológico, posiblemente relacionada con la genética del trastorno.

El equipo de investigación analizó más de siete mil registros de pacientes tratados por COVID-19 en el punto álgido de la pandemia entre marzo y mayo de 2020. De estos casos se identificó que el 14% que sufrían trastornos psíquicos (tanto esquizofrenia, como trastornos del estado de ánimo o ansiedad). Con posterioridad se calculó la tasa de fallecimientos de dichos pacientes dentro de los 45 días posteriores a la prueba positiva del virus.

Cuantas incógnitas está generando el coronavirus, y las que todavía producirá. Pensemos que este, como muchos estudios son aproximaciones parciales al fenómeno que ha paralizado el mundo desde principios de 2020 y sigue afectándonos a todos los niveles, salud, economía, costumbres, valores, sociedad…

 

Los trabajos realizados, aunque muy  meritorios, me recuerdan a la parábola de los sabios ciegos y el elefante:

“Un día seis sabios quisieron saber qué era un elefante. Como eran ciegos, decidieron hacerlo mediante el tacto.

El primero en llegar junto al elefante chocó contra su ancho y duro lomo y dijo: “No cabe duda, el elefante es como una pared”.

El segundo, palpando el colmillo, gritó: “Esto es tan agudo, redondo y liso que el elefante es como una lanza”.

El tercero tocó la trompa retorcida y gritó: “¡Dios me libre! El elefante es como una serpiente”. El cuarto extendió su mano hasta la rodilla, palpó en torno y dijo: “Está claro, el elefante, es como una columna”.

El quinto, que casualmente tocó una oreja, exclamó: “Aun el más ciego de los hombres se daría cuenta de que el elefante es como un abanico”.

El sexto, quien tocó la oscilante cola apuntó: “El elefante es muy parecido a una soga”.

Y así, los sabios discutieron largo y tendido, cada uno excesivamente terco en su propia opinión y, aunque parcialmente en lo cierto, todos estaban equivocados”

(Atribuida a Rumi, sufí persa del s. XIII)