“Me siento muy presionado en el trabajo”

“Trabajo muchas horas y nadie me lo reconoce”

“No puedo desconectar de los temas laborales, eso está interfiriendo en la relación con mi mujer”

“Me siendo discriminada, mis compañeras apenas me saludan”

“Llevamos tanto tiempo pendientes de la “crisis” que he perdido la ilusión por mi trabajo”

“Tengo miedo que me despidan. Pero eso mismo hace que me equivoque cada vez más”

“Durante los fines de semana solo quiero descansar… para poder estar el lunes en forma. Pero por mucho que descanse, nunca me encuentro bien”

Las afirmaciones anteriores nos orientan a que estas personas viven en un constante estado de alerta en su vida profesional. Es evidente que en el mundo actual las situaciones laborales inciden en gran medida en la salud psíquica.

El estrés es una respuesta fisiológica a las demandas del medio ambiente, pero debe existir un equilibrio o adecuación ya que si no es así se producen situaciones que denominamos estrés crónico, que a su vez pueden provocar cuadros clínicos de ansiedad y/o depresión.

Preguntas frecuentes

Hace referencia a las situaciones de estrés laboral, también se conoce como el “síndrome del trabajador quemado”. Se produce cuando existe una notable discrepancia entre las demandas del ambiente y los recursos de la persona para hacerles frente, siendo la respuesta adaptativa del organismo insuficiente para hacer frente a la situación.
A pesar de la preparación y cualificación técnica de un profesional, éstas pueden no ser suficientes para afrontar circunstancias de su trabajo, dando lugar a la aparición de síntomas emocionales que conllevan un sentimiento de fracaso personal e incapacidad.
Sería difícil enumerarlas todas, pero nosotros distinguimos diferentes fuentes: causas individuales, del grupo, de la organización, del ambiente físico del trabajo y por último circunstancias ajenas a la organización.
Destacaremos entre las causas individuales: los conflictos por el desempeño del rol (ya sea porque las expectativas y las demandas de trabajo sean incompatibles entre sí) o bien por la ambigüedad del rol (al no contener las expectativas y demandas información suficiente).
El criterio está definido por la existencia de conductas objetivas de maltrato, que tangan un carácter continuado, repetitivo y sistemático.
También hay que tener en cuenta que existen situaciones que llevan a algunas personas a sentirse acosadas sin que lo estén siendo. No es suficiente la sensación subjetiva. La forma de objetivar estas conductas variará en función del tipo de conducta que sea.