“He tenido varias depresiones, y en alguna ocasión también episodios en los que estaba más contento de lo normal”

“Mi familia me dice que estoy mal, pero yo nunca me había sentido tan bien, apenas tengo necesidad de dormir”

“Otro especialista me ha dicho que debía tomar litio… puedo tomarlo homeopático”

“Trás el nacimiento de mi segundo hijo tuve una depresión, a partir de entonces nunca he estado bien, unas veces estoy condenadamente triste y otras me siento tan activa y superior que todo me irrita”

“En una fase maníaca me gasté todos lo ahorros de la familia en un coche de lujo”

“Podré tener hijos teniendo esta enfermedad, y con la medicación que tomo”

Un paciente con Trastorno Bipolar pasa de la euforia a la tristeza

Estas frases podían ser dichas por acientes con Trastorno Bipolar.

 El Trastorno Bipolar, antes denominado “Psicosis maníaco-depresiva” es una enfermedad caracterizada por la presencia de una o más fases de euforia (niveles anormalmente elevados de energía y estado de ánimo) que suelen alternarse con fases depresivas.

 Esta enfermedad está producida por un desequilibrio de la neuroquímica cerebral, que a su vez tiene una base genética polifactorial. La prevalencia se considera por encima del 2,5% de la población general.

 Se trata de una enfermedad muy incapacitante sin tratamiento, y en ocasiones se produce una demora importante en realizar su diagnóstico. Sin embargo, existen tratamientos muy eficaces para estabilizar el cuadro y permitir al paciente realizar una vida normal.

Preguntas frecuentes

En absoluto, o al menos no, con solo esos datos. El Trastorno Bipolar consiste en la presentación alterna de fases depresivas con otras fases de exaltación del estado de ánimo, que llamamos “manía” o “hipomanía”, según la intensidad.
No hablamos de imperfección en el carácter, de volubilidad o de situaciones de debilidad personal, sino de una afección grave de la salud.
El Trastorno Bipolar es una enfermedad en la que están afectados los mecanismos de bioquímica cerebral que regulan las emociones y el estado de ánimo. Puede afectar al 2% de la población, no habiendo diferencia entre hombres y mujeres en cuanto al número de casos.
Con el estado actual de conocimientos el Trastorno Bipolar no es una enfermedad curable (es decir que desaparezca la enfermedad con un tratamiento).
Sin embargo, los tratamientos actuales si pueden conseguir una compensación clínica completa (que no se presenten nuevas fases ni depresivas ni maniformes) o cuando menos una disminución en la frecuencia e intensidad de los síntomas.
Un paciente que sufra un Trastorno Bipolar, puede, con el tratamiento adecuado, llevar una vida totalmente normal.
Ello no contradice que algunos casos dicho objetivo no se consiga totalmente, o bien por determinadas características clínicas, complicaciones como situaciones de adicción, o bien aspectos psicosociales, que dificulten la total compensación del cuadro.
El Trastorno Bipolar tiene un tratamiento psicofarmacológico fundamental, pero sin olvidar que precisa también un soporte en cuanto a aspectos psicológicos y psicoeducativos, tanto para el paciente como para su entorno, para afrontar las dificultades que conlleva sufrir esta enfermedad.
No, esta es una confusión frecuente. Las sales de litio son un tratamiento muy eficaz para la prevención de presentación de fases en el Trastorno Bipolar, y también como tratamiento de las fases maniformes.
Es decir, el Trastorno Bipolar se trata con litio, no está producido por falta de litio, de la misma forma que la cefalea no está producida por un “déficit de paracetamol o de aspirina”.
Si un paciente con Trastorno Bipolar recibe sales de litio como tratamiento, se determina la concentración del mismo (litemia) ya que la dosis que precisa cada persona es diferente, y dependerá de factores como la edad, el sexo, la masa muscular o el volumen de distribución, el funcionamiento renal, la sudoración entre otros.
Con la determinación de la litemia se controlan los valores del ion litio en sangre, lo que permite ajustar la dosis personalizándola; los niveles excesivamente bajos no son eficaces mientras que los niveles muy altos pueden resultar tóxicos.
La manía consiste en una elevación anómala del estado anímico, que constituye una de las fases (la opuesta a la depresión) del Trastorno Bipolar.
No debe confundirse la manía o un estado maníaco con algunos rasgos obsesivos (conductas reiterativas o preocupaciones repetidas) como la obsesión por el orden y la limpieza (“es un maniático del orden”) o términos como piromanía (que es un trastorno psicológico del control de los impulsos que produce un gran interés por el fuego y su provocación), cleptomanía (también es un trastorno del control de los que lleva al robo compulsivo de cosas).
El riesgo que cualquier persona tiene de tener un hijo con Trastorno Bipolar es alrededor de un 1%, este riesgo se eleva cuando uno de los padres sufre de un Trastorno Bipolar hasta el 6-8% según estudios. Cuando ambos padres lo sufren, la probabilidad de que el hijo lo herede aumenta hasta el 16%.
En general, no se desaconseja tener descendencia a las personas que sufren Trastorno Bipolar, ya que la enfermedad puede controlarse y el riesgo estadístico se considera bajo.
No, según la presentación y la intensidad de las fases, se consideran diferentes subtipos:
– Tipo I: se trata de la forma clásica, con fase maníacas intensas y cuadros depresivos, también intensos. En las fases maníacas la grandiosidad es tal que pueden aparecer delirios (por ejemplo, creer que se poseen poderes especiales). En las fases depresivas existe tristeza intensa, apatía, lentitud de movimientos, ansiedad, insomnio y pérdida del apetito; en estas también pueden aparecer síntomas psicóticos pero en forma de delirios de culpa, ruina o hipocondría.
– Tipo II: se caracteriza por depresiones intensas y fases de euforia moderadas que se denominan hipomanía. Pueden aparecer síntomas psicóticos pero tienen que estar asociados a las fases depresivas. Las fases de euforia moderadas a veces parecen un cambio temperamental o de carácter.
Para complicarlo más en un 30% de las personas que tienen un Trastorno Bipolar los síntomas característicos de la manía y la depresión aparecen mezclados; estas fases se denominan fases mixtas.
Por últimos en función del número de fases que aparezcan se habla de ciclación rápida, si han acaecido cuatro o más fases en el período de un año.