La psicopatología de la inmigración se sitúa en un contexto más amplio, el de la llamada psiquiatría transcultural, que intenta definir el impacto de la cultura en el diagnóstico, formas de presentación y tratamiento de los trastornos mentales.

Hace un par de años escribí un texto sobre el llamado “Síndrome de Ulises”, pero esta semana hablar de la odisea de los inmigrantes, está todavía de mas “rabiosa” actualidad. Hoy han llegado a Valencia tres barcos, el Aquarius, el Dattilo y el Orione con las personas rescatadas en el Mediterráneo, el mar por el que navegó Ulises, durante la noche del 9 al 10 de junio: cuatrocientos cincuenta hombres adultos, ochenta mujeres (al menos siete embarazadas) once niños menores de trece años y ochenta y nueve adolescentes, 630 personas. Casi todos ellos proceden del África subsahariana, de donde procedemos todos los humanos…

aquarius cubierta

Las sonrisas que exhiben estos inmigrantes a su llegada a Valencia, son de alivio por la tensión y los peligros que han sufrido, así como la incerteza de su aventura, sin embargo ¿qué les puede pasar a partir de ahora? Recibirán ayuda sanitaria, eso sí, no sé qué tipo de alojamiento, no morirán en la mar… pero ¿y luego?

Por lo menos tendrán ante sí un proceso de adaptación a una nueva vida, proceso que conlleva la pérdida de elementos muy significativos para las personas: familia, amigos, situación social, identidad. El inmigrante, en su lucha por la autopreservación necesita conservar elementos de su cultura, que a veces pueden chocar o molestar a sus nuevos vecinos en su país de acogida. Todo inmigrante se ve sometido a un proceso de duelo, llamado duelo migratorio. Y el resultado o resultado de este duelo puede ser diverso:

  1. La integración

Sería lo óptimo, la adquisición de la cultura del lugar de acogida sin perder la propia cultura, manejándose el individuo en ambas. Exige un enorme esfuerzo y el difícil de conseguir, aunque puede ser muy enriquecedor para todos, para los que llegan y para los que estaban.

  1. La asimilación

En este caso, la persona renuncia a su propia cultura, adquiere usos y costumbres de la nueva sociedad e incluso los hipertrofia. Esto puede ocurrir a sujetos muy jóvenes.

  1. La marginación

Cuando el inmigrante no capta y no comprende su nueva situación, puede llegar a convertirse en un desarraigado con altos niveles de estrés.

  1. El rechazo

Que lamentablemente es la evolución habitual de la marginación. Se produce por dos vertientes: la del propio inmigrante, que utiliza una crítica activa hacia todo lo que le ofrece la nueva cultura, “rechaza lo que no entiende” y la de la nueva cultura y el entorno social del país que le recibe.

Las enfermedades psíquicas que se asocian a la inmigración

El trastorno por estrés postraumático 

Su prevalencia en la población general es de alrededor del 8%, pero esta cifra se eleva al 35-50% de los casos en población inmigrante.

Se considera la patología psiquiátrica más específicamente asociada a la inmigración, sobre todo entre los refugiados, ya que este grupo tiene padece las circunstancias de represión política y social (incluida la tortura), guerras, masacres, y el largo etcétera de atrocidades a los que se vieron sometidos en su país de origen.

Sin embargo, en el lugar de acogida también pueden experimentar experiencias negativas, como la discriminación racial, el desempleo, la relación con las autoridades. Los estressores a los que se ven sometidos pueden operar en tres estadios:

  • Mientras están en su país de origen.
  • Durante la emigración a un país más seguro.
  • Cuando tienen que buscar asentamiento en el país de refugio.

Trastornos psicóticos: esquizofrenia y paranoia

Las tasas de trastornos esquizofrénicos en la población inmigrante son mayores que las que de la población de origen.  Existen numerosos estudios que hablan de la mayor incidencia de psicosis en los inmigrantes:

  • Afroamericanos y asiáticos son diagnosticados con más frecuencia que el resto de población de Estados Unidos.
  • Los emigrantes jamaicanos en Reino Unido son diagnosticados 12 veces más de trastornos psicóticos que la población británica.
  • También existe un Incremento en el diagnóstico de psicosis en inmigrantes registrado en Holanda y Dinamarca.

Las hipótesis explicativas de esta anomalía estadística son diversas, desde el impacto del estrés, tanto en la primera como en la segunda generación, un peor acceso a la asistencia médica, la sobrevaloración de determinados síntomas por los profesionales del lugar de acogida (síntomas que pueden ser “normales” en el contexto cultural del paciente), entre otras.

Trastornos de somatización

Se define como la expresión del malestar psicológico en forma de síntomas somáticos. Aunque se acepta que la somatización presenta una prevalencia similar en las diferentes culturas, los emigrantes la presentan con más frecuencia.

Los síntomas somáticos sirven como idioma cultural de distrés en muchos grupos culturales y, en muchas ocasiones no indican una enfermedad ni un trastorno ni son indicación de psicopatología, sino simplemente una expresión cultural codificada de malestar, un medio de expresar su descontento social o una condensación simbólica de sus conflictos intrapsíquicos. Si estos síntomas son malinterpretados por el clínico pueden llevar al uso de procedimientos diagnósticos innecesarios o a un tratamiento inapropiado.

La somatización ha sido ampliamente observada en pacientes refugiados y, algunas teorías ven la somatización de estos pacientes como una alternativa a una depresión, estas mismas teorías consideran que la somatización se asocia con un fracaso en el proceso de integración en la cultura.

Trastornos afectivos:

Se acepta que los inmigrantes presentan mayores tasas de depresión y trastornos de ansiedad que grupos con idénticas características sociodemográficas de su país de origen o la cultura anfitriona.

La razón principal serían los procesos de adaptación y las dificultades ambientales ligadas a la emigración. La depresión en los inmigrantes posee características específicas vinculadas, por un lado a las situaciones de estrés y de duelo que se vive en la migración; y por otro, a las características de la cultura de origen de los inmigrantes que moldean la expresión de la sintomatología psiquiátrica.

Síndrome del inmigrante con estrés crónico múltiple

(El antes aludido Síndrome de Ulises)  

«Ulises pasaba los días sentado en las rocas a la orilla del mar, consumiéndose a fuerza de llanto, suspiros y penas, fijando sus ojos en el mar estéril, llorando amargamente” La Odisea, Homero

Este síndrome hace referencia a las innumerables dificultades y peligros que, lejos de su familia, tuvo que afrontar este héroe de la mitología griega. La sintomatología de esté síndrome abarcaría cuatro áreas:

  • Área depresiva: fundamentalmente con síntomas de tristeza y tendencia al llanto. Sin embargo, sigue habiendo interés por hacer cosas y hay pocos sentimientos de culpa.
  • Área ansiosa: ansiedad, pensamientos recurrentes e intrusitos, irritabilidad e insomnio.
  • Área somatomorfa: cefaleas, fatiga y molestias osteoarticulares.
  • Área disociativa: desorganización, desrealización, confusión temporoespacial y déficit de atención y memoria.

A esta sintomatología se le añade, en bastantes casos, una interpretación planteada desde la propia cultura de los inmigrantes, que entiende los síntomas desde la perspectiva mágica del “mal de ojo”, la brujería, etc. Es muy frecuente que el inmigrante, ante tantos problemas, nos diga que tanta mala suerte sólo puede ser debida a que es víctima de la magia.

Por tanto, un grupo de seiscientos treinta seres humanos, han vivido hoy un “final feliz” que no es sino el inicio de el resto de su vida. Les deseo lo mejor, en primer lugar, por esas personas, en segundo lugar, por todos nosotros, nuestra conciencia y supervivencia como especie cooperativa. 

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