El trastorno bipolar “nació” el miércoles 24 de julio de 1850 
en París

Ese día, Jean Pierre Falret, que era uno de los jefes de servicio de psiquiatría del hospital de la Salpétrière, pronunció la última de las diez lecciones clínicas semanales que el dictaba sobre la asignatura “Sintomatología general de las enfermedades mentales”; el texto de esta lección fue publicado en una revista hospitalaria. Dicho texto contenía doce líneas en las que Falret mencionaba:

“Una forma especial (de enfermedad) que nosotros llamamos circular que se caracteriza por la alternancia de un período de excitación con un período, habitualmente más largo de abatimiento”.

El Dr, Jean Pierre Falret (1794-1870)

Más tarde, el propio Falret corrigió, modificó y extendió el texto de sus lecciones para publicarlo en forma de libro, cuatro años más tarde, en enero de 1854. En lugar de las doce escasas líneas redactó hoja y media acerca de dicha enfermedad. El nuevo texto se iniciaba con las frases:

“La transformación de la manía en melancolía y viceversa ha sido siempre mencionada como un hecho accidental pero, hasta el presente, no se ha tomado en cuenta que existe una categoría de locura en la cual la sucesión de manía y melancolía se manifiesta de manera casi regular. Hemos considerado este hecho de una importancia suficiente como para constituir la base de una forma especial de enfermedad mental que llamamos locura circular porque la evolución de este tipo de locura se desarrolla bajo la forma de un círculo repetido de estados patológicos separados solamente por intervalos racionales de corta duración”.

El hospital de La Salpétrière de París (capilla) 

Entre tanto, un colega de Falret, Jules Baillarger, que dirigía otro de los servicios de psiquiatría del mismo hospital, había pronunciado una conferencia titulada “Nota sobre un género de locura cuyos accesos están caracterizados por dos períodos regulares, uno de depresión y el otro de excitación” y propuso designar el término como “locura de doble forma”. Y así, se desencadenó una disputa interminable, siendo el Dr. Baillarger claramente beligerante.

Dr. Jules Baillarger (1809-1890)


Sin embargo, fue el psiquiatra alemán Emil Kraepelin quien bajo el epígrafe de “psicosis maníaco-depresiva” incluyó en una entidad clínica los cuadros de manía y melancolía, pues vio que ambas tenían rasgos comunes (trastornos del estado de ánimo), que habitualmente se sucedían una a otra (evolución cíclica) y que su pronóstico y evolución eran muy similares (reversibilidad). Esta última condición fue vital para Kraepelin, ya que permitía establecer una diferencia clara y concluyente respecto a las demencias precoces o esquizofrenias.

Dr. Emil Kraepelin (1856-1926)
y su libro sobre «La locura maníaco-depresiva» (1913)




Lógicamente, todo esto no quiere decir que la enfermedad o el trastorno como tal no existieran previamente, o que fueran inventados por estos decimonónicos psiquiatras… De hecho, tenemos constancia de observaciones realizadas anteriormente por otros clínicos, a los que también podríamos atribuir las primeras descripciones del trastorno… pero la historia oficial la atribuye a los psiquiatras franceses. 

  • En la antigüedad, Areteo de Capadocia que en el año 150 a.C. ya había señalado la relación entre ambas fases (de exaltación y de melancolía).

  • Areteo de Capadocia

  • En el siglo XVIII, el médico español Andrés Piquer diagnosticó de maníamelancolía al monarca español Fernando VI, estando muy bien documentada la afección de este rey.  El padre del rey Fernando, el primer monarca borbón español, Felipe V, también padecía un trastorno bipolar.

 

Dr. Andrés Piquer-Arrufat (1711-1772)
y su ilustre paciente, el rey Fernando VI (1713-1759)






En internet he vista algunas listas de personajes históricos que podrían haber sufrido este trastorno. Sin embargo, me interesan aquellos que están bien documentados.


La portada original del libro del Dr.J.A. Vallejo-Nágera
Siendo una joven estudiante de medicina (en el siglo pasado) leí el libro del Dr. Juan Antonio Vallejo-Nágera (*)  de título “Locos egregios” (publicado en 1977) que es un estudio psicobiográfico de varios personajes históricos, sus posibles trastornos mentales y particularidades psicológicas, tratadas con rigor y amenidad.
Veamos que dice este autor acerca de Felipe V (1683-1746):

“… El monarca no quiere levantarse y pasa los días en cama, musitando palabras incomprensibles. La depresión va evolucionando hacia un tipo de cuadro llamado “síndrome de Cotard”. Nada le interesa. En los accesos esporádicos de furia llega a golpear a la reina (a la sazón, la segunda esposa de este rey,  Isabel de Farnesio). Si no se consigue despertar su interés el rey va a morir»

        …

«La familia de Felipe V» de Louis-Michel van Loo,pintado tres años antes de la muerte del rey.
En el centro de la imagen la reina Isabel de Farnesio, que probablemente era quien gobernaba

«La reina Isabel, desesperada, toma, entre otras, una pintoresca decisión. Envía en 1737 una embajada a Londres para traer de allí a “cualquier precio” (y este se concretará en el astronómico de 3.000 libras de pensión) al “asombro del mundo”… Farinelli (**) emprende viaje y llegado a la corte española, es invitado a cantar desde una estancia contigua a la del rey en un intento de meloterapia… Felipe V abre los ojos, levanta la cabeza y, por primera vez en muchos días, habla”. (Felipe V, vivió nueve años más, durante los cuales, todas las noches en un ritual inamovible, el castrato Farinelli le cantaba las mismas cuatro canciones).”

FARINELLI

Los castrati (castrados) es la denominación que se utiliza para referirse al cantante varón sometido de niño a una castración para conservar su voz aguda (de soprano, mezzo-soprano o contralto). La castración consistía en la destrucción o ablación del tejido testicular, con ello se  conseguía que los niños que ya habían demostrado tener especiales dotes para el canto mantuvieran, de adultos, una tesitura aguda capaz de interpretar voces características de papeles femeninos.
Esta bárbara práctica se inició en Constantinopla durante el Imperio Romano de Oriente (alrededor del 400 d.C.),  cayó en desuso y reapareció y se popularizó en el siglo XVII y especialmente en el XVIII. Finalmente esta atrocidad fue prohibida legalmente en 1861.
Farinelli, retratado por Giaquinto (1753)

Hubieron muchos castrati famosos en su momento, pero quizá sea Carlo Maria Broschi (1705-1782) apodado Farinelli fue el que alcanzó mayor fama… Se le supone una extensión vocal desde La2 hasta Re6 (3,4 octavas). 

Su carrera fue exitosa: Italia, Viena, Londres y la corte española donde vivió casi veinticinco años, y donde gozó de una gran influencia: Farinelli fue nombrado director de teatros en Madrid y Aranjuez, y la mayoría de las obras que montó tenían textos de Pietro Metastasio, colaborando también con Doménico Scarlatti. Se le otorgó el rango de caballero en 1750 y se le condecoró con la Cruz de Calatrava. 

Farinelli utilizó su poder en la corte para persuadir a Fernando VI (sucesor de Felipe V, y también enfermo de trastorno bipolar como ya he mencionado) que estableciera la ópera italiana. Después del ascenso de Carlos III, en 1761 Farinelli se retiró a Bolonia con la fortuna que amasó.
En 1994 el director de cine belga Gérard Corbieu realizó una película sobre la vida de Farinelli (que aunque basada en hechos reales contiene alguna inexactitud histórica). El director musical de la cinta fue el clavecinista francés Christophe Rousset.
El aria es «Lascia chi’o pangia» de la ópera Rinaldo de Händel. 
Una maravilla antidepresiva. 


Como es lógico, en la película la voz no corresponde a un castrato, sino que fué obtenida mediante la mezcla digital de las voces de una soprano (Ewa Malas-Godlewska) y de un contratenor (Derek Lee Rangin), con objeto de recrear lo que sería la auténtica voz de Farinelli. 

No se bien como he llegado de la descripción del trastorno bipolar a Händel, pero quería hablar del poder antidepresivo del arte y en concreto de la música. 



(*) Existe otra obra con este título, escrita en los años cuarenta por el Dr. Antonio Vallejo-Nágera, padre de nuestro autor que en su dedicatoria explica que quiso conservar el título en homenaje a su progenitor. La psicóloga Alejandra Vallejo-Nágera (hija y nieta de los anteriores) también ha escrito un libro sobre psicopatología de personajes históricos “Locos de la historia” (2006), pero este último no lo he leído.