Sin hacer ninguna afirmación categórica y científica -es decir, debidamente comprobada y reproducida-, puedo afirmar desde mi modesta posición de médico en ejercicio, que tras sufrir la infección por cononarivus SARS CoV-2, algunos de mis pacientes han experimentado síntomas psicológicos, que yo dividiría en las siguientes categorías:

  1. Empeoramiento del cuadro clínico previo: He vuelto a atender pacientes que estaban de alta o con muy buena compensación clínica y que han recaído (de la misma patología por los que les había atendido) tras sufrir el Covid-19.  
  2. Exacerbación de síntomas hipocrondríacos preexistentes: Pacientes no habían sido atendidos previamente un psicólogo o a un psiquiatra, aunque si tenían una leve tendencia a ser preocupadizos por la salud, sin que este rasgo fuera un trastorno de somatización evidente. Pues bien, la llegada del Covid-19, elevó exponencialmente sus temores frente a temas de contaminación, miedo a enfermedades, nosofobia, consultas exhaustivas a internet ante el menor síntoma de seres queridos o ellos mismos. Es decir, ha cruzado la frontera entre el rasgo de personalidad y el estado clínico, precisando tratamiento tanto farmacológico como psicológico para poder domeñar esta nueva e invalidante condición.
  3. Personas que tras sufrir el Covid, experimentan síntomas en relación al SNC, tanto síntomas psiquiátricos como neurológicos. Es decir, aquellos que entran en la nueva categoría de covid persistente o síndrome postcovid.

Síndrome postcovid o COVID-persistente

Para este síndrome todavía tenemos mas incógnitas que respuestas, incluyendo la propia definición de caso clínico. La OMS, lo definió en octubre de 2021 como:

“La condición post-COVID-19 ocurre en personas con antecedentes de infección por SARS-CoV-2 probable o confirmada, generalmente tres meses desde el inicio, con síntomas que duran al menos dos meses y no pueden explicarse con un diagnóstico alternativo. Los síntomas comunes incluyen, entre otros, fatiga, dificultad para respirar y disfunción cognitiva, y generalmente tienen un impacto en el funcionamiento diario. Los síntomas pueden ser nuevos después de la recuperación inicial de un episodio agudo de COVID-19 o persistir desde la enfermedad inicial. Los síntomas también pueden fluctuar o recaer con el tiempo.

Para el National Institute of Health (NIH) norteamericano se enumeran los síntomas de COVID prolongado como:

“fatiga, dificultad para respirar, confusión mental , trastornos del sueño, fiebres intermitentes, síntomas gastrointestinales, ansiedad y depresión.

Los síntomas pueden persistir durante meses y pueden variar de leves a incapacitantes, con nuevos síntomas que surgen mucho después del momento de la infección.

El término Condiciones Post-Covid de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) califica a Long-Covid como síntomas cuatro o más semanas después de la primera infección»

Es decir, aparte de unos criterios temporales, que tampoco son especialmente precisos, el diagnóstico viene definido por el hecho de haber sufrido la infección previamente y por exclusión de otras causas.

 ¿Cuántas personas la padecen?

El caso es que desconocemos su prevalencia exacta porque la amplia gama de síntomas se superpone con muchas otras afecciones. Además, no existen pruebas de diagnóstico definitivas ni clasificatorias.

En junio de 2022, un estudio de los CDC basado en registros de salud electrónicos mostró que «uno de cada cinco supervivientes de COVID-19 de entre 18 a 64 años y uno de cada cuatro sobrevivientes de ≥65 años experimentó al menos una condición incidente que podría atribuirse a COVID-19 persistente. Y que el 75% de estos casos no había precisado hospitalización.

Uno de cada cinco mayores de 18 años que han pasado el COVID-19 tienen síntomas de COVID-persistente.

 

Hay que precisar que estamos hablando de dos tipos de pacientes. Si los afectados tuvieron una infección severa y fueron hospitalizados, la covid persistente se manifestó aproximadamente en la mitad de los casos. El segundo grupo incluye a personas con infecciones leves o asintomáticas, que desarrollan síntomas dentro de los tres meses posteriores a la infección. En este segundo grupo de personas que sufren un COVID-persistente tras una infección no severa se encuentran más mujeres. 

Sin embargo, es difícil ser precisos con la epidemiología, cuando la propia definición de la condición médica es tan imprecisa.

Síntomas del COVID-persistente:

Los síntomas múltiples y variopintos se modifican con el tiempo, pero los mas comunes después de seis meses de la condición clínica son: fatiga, malestar post-esfuerzo y disfunción cognitiva.

En la mayoría de los casos se identificó un empeoramiento de los síntomas provocados por el esfuerzo físico o mental y por el estrés. Los expertos hablan de tres grupos de síntomas:

  • Síntomas iniciales que alcanzan su máximo en las primeras dos o tres semanas y desaparecen
  • Síntomas estables
  • Síntomas que aumentan notablemente en los dos primeros meses y después se estabilizan.

El listado que sigue a continuación es exhaustivo, y son algunos de los informados por los pacientes que la sufren:

  • Fatiga extrema
  • Tos duradera
  • Debilidad muscular
  • Febrícula
  • Incapacidad para concentrarse (lo que se ha llamado “niebla mental”)
  • Lapsos de memoria
  • Síntomas psíquicos como ansiedad y síntomas depresivos
  • Dificultades para dormir
  • Dolores de cabeza
  • Dolores articulares
  • Dolores punzantes en extremidades
  • Diarrea, vómitos, acidez gástrica
  • Pérdida o alteración del gusto y/o del sentido del olfato
  • Acúfenos y pérdida de audición
  • Problemas cutáneos
  • Problemas hemáticos
  • Disnea y problemas respiratorios
  • Diabetes
  • Problemas cardiovasculares, desde hipertensión, dolor precordial, palpitaciones.
  • Problemas de coagulación sanguínea.

 

En el gráfico  adjunto se ven además los porcentajes de dichos síntomas. Y como vemos, el 58% de los pacientes sufren fatiga, el 44% sufren cefalea y si sumamos los problemas de atención y pérdida de memoria estamos en un 43%. Y en cuanto a síntomas psicológicos o psiquiátricos estamos en la nada desdeñable cifra de 57,3% de los pacientes. Una auténtica epidemia de síntomas. 

 

¿A qué se debe el COVID-persistente?

El origen del puzle de síntomas que se presenta en el COVID-persistente puede estar en relación con:

  • Disregulación del sistema inmunológico
  • Alteraciones del sistema nervioso autónomo, que a su vez producen disfunción inmunitaria

Algunas hipótesis apuntarían a una inflamación crónica desencadenada por una respuesta exagerada del sistema inmune tras la infección, prolongada por el reservorio de virus que el organismo no ha podido eliminar por completo, o dicho de otro modo, el virus estaría presenta durante mas tiempo del habitual debido a na respuesta inmunitaria ineficaz.  

Otra teoría se centra en la autoinmunidad y la acción de los anticuerpos que atacan a los tejidos del sujeto, anticuerpos que lógicamente se han generado para combatir la infección. Tal vez ambas causas coexistan e incluso alguna mas, de momento desconocida.

Por último, también se habla de estrés postraumático u otras secuelas mentales, especialmente en personas que previamente había experimentado ansiedad, depresión, insomnio y otros problemas psíquicos.

Similitudes con otros síndromes

El COVID persistente es similar a síndromes postvíricos, como por ejemplo a la encefalitis miálgica/síndrome de fatiga crónica que a menudo se desencadena por la infección y la activación inmunitaria.

 

 

Estoy escribiendo estas líneas pensando en personas concretas, desbordadas por sus síntomas, su limitación funcional, el empeoramiento de su estado anímico, de su memoria y concentración. Todavía sin un diagnóstico claro, sin alivio ni tratamiento preciso… con un camino nada claro hacia su recuperación, y en muchos casos sufriendo de cierta incredulidad de su entorno acerca de su esta condición médica… ahora que ya casi nos hemos olvidado de sufrir/haber sufrido una pandemia.