Desde hace varias semanas no he sido capaz de escribir nada en este blog.

Me justificaré con varios motivos: el primero, la preocupación por la salud propia y la de los más cercanos. A mi alrededor, como no podía ser menos en el ámbito sanitario,  algún caído y muchos tocados por esta polimorfa infección del Covid-19. Y de entre todos los enfermos una persona que no es de mi familia biológica, pero sí de mi familia afectiva, ya que nos unen más de treinta años de caminar juntas por la vida.

El segundo motivo, aunque he leído un montón sobre el SARS-Co-V-2, el maldito virus responsable de todo esto, no creo aportar nada nuevo, salvo quizá un poco de estructura de esta información oceánica (aunque tan reciente, menos de cuatro meses), pero, doctores tiene la Iglesia, no es mi especialidad y no quiero meter la pata.

Sin embargo, si podría haber escrito sobre las consecuencias del confinamiento, como he visto en muchos diarios, que varios expertos sobre el tema (¿cuántos confinamientos por riesgo de infecciones víricas habrán vivido estos expertos?) han escrito exhaustivamente sobre lo que sufrimos y lo que sufriremos, por tanto dicho abordaje lo he encontrado baladí.

 Ironía aparte, creo que las consecuencias del confinamiento serán diferentes para cada persona, porque cada uno habrá vivido esta experiencia singular desde sus circunstancias y su posición:  situación de salud, la preocupación por la enfermedad suya o de los suyos, si ha sufrido alguna pérdida… Además el confinamiento también es un reflejo de la vida que cada uno tiene o nos ha tocado, no es lo mismo pasarlo cómodamente en un gran espacio con exterior, que en un piso pequeño abarrotado. Tampoco si lo viven con o sin niños pequeños a los que cuidar, tranquilizar, dar clase y entretener; o si tienes  adolescentes a los que indicar que estudien, que dejen la video-consola y soportar su mal humor y el nuestro. Y qué decir de la  exhaustiva comunicación y de la  hiperconexión a través de redes sociales, igual todo ello no nos ha dejado demasiado espacio para la reflexión. Y el paquete final, que ya hemos recibido pero al que seguirán múltiples entregas: la preocupación sobre la situación económica en el próximo año y medio, por lo menos.

Todo este panorama (el confinamiento) parece que ha servido para que disminuyan los enfermos y los fallecidos. Sacrificio merecido, al menos así lo creo. Ahora bien, cuantas dudas me quedan sobre si se podría haber hecho mejor, sobre todo haber dotado de mayor y mejor protección a los sanitarios: médicos, enfermeras, camilleros, auxiliares y administrativos de centros de salud y hospitales. Una médico de familia joven me reconocía que en la semana anterior había trabajado sesenta y cinco horas, ¡65! No sé si a esta persona y a sus compañeros les aliviarán de la fatiga, la angustia o la responsabilidad los aplausos y cánticos de las 8 de la tarde… En fin. No quiero olvidarme de los que trabajan para que sigamos teniendo a nuestro alcance comida, todos los servicios, diarios, información y demás. No señor, porque estamos confinados pero esto no es la Edad Media, a ver.

Y a todo esto, después del Mobile cancelado, el futbol cancelado, la Semana Santa cancelada y algunas intervenciones quirúrgicas canceladas también, llega mañana el día 23 de abril, Sant Jordi. El día más hermoso de mi ciudad, cuando cada año me digo que no voy a pasear más entre los puestos de libros porque hay demasiada gente, demasiados empellones, demasiado agobio, demasiada oferta y con tanta gente apenas puedes ver nada …  Pero cada año, voy por la tarde a husmear libros entre el aroma de las rosas, que no sé si es natural o artificial, pero para ver la alegría de la gente, el ambiente festivo en día laborable en la maravillosa marea de rojo pasión ambulante.

Bueno, mañana no será. Porqué unos pequeños dragoncillos virus SARS-Co-V-2 nos han cercado en nuestra ciudad (y en todas, no vamos a ser más los barceloneses) y estamos cual princesas indefensas a la espera de un paladín que llegue en forma de vacuna.

Para los que mandáis y ahorráis en ciencia del dinero público, pensad: los héroes son las personas que cuidan de nuestra salud y que investigan. Que quede claro.