El primero de este mismo mes de julio de 2023 saltaba a los titulares de la prensa una noticia de alcance médico, en Australia se permitiría a los psiquiatras -que obtuvieran aprobación por parte de un comité ético de investigación en humanos, así como una autorización de la autoridad pertinente- recetar la sustancia MDMA (popularmente conocida como éxtasis) para casos de trastorno por estrés postraumático y otra sustancia psicodélica, la psilocibina para depresiones resistentes a las terapias actuales.

Ahora bien, ¿Qué son exactamente los psicodélicos? Aparte de que el nombre lleve un tufillo a experiencia mística y a cultura hippie. En realidad, y desde el punto de vista fisiológico y químico, ¿de qué hablamos?

Las drogas psicodélicas y disociativas pueden cambiar de manera temporal el estado de ánimo, los pensamientos y las percepciones de la realidad de una persona. Las personas que las consumen o han consumido declaran sentir fuertes emociones que varían entre una felicidad intensa y sentimiento de conectividad hasta el miedo, la ansiedad y la confusión, así como también haber tenido alteraciones de la percepción o sensaciones intensas o distorsionadas.

Muchas drogas psicodélicas se derivan de plantas y hongos y algunas de ellas han sido usados desde hace miles de años en rituales tradicionales o religiosos, pero también existen drogas psicodélicas y disociativas de tipo sintético.

La clasificación de estas sustancias puede hacerse según su estructura química:

  • Triptaminas
  • Feniletilaminas
  • Lisergamidas

Perteneciendo algunas a ambas clasificaciones. También desde el punto de vista de su actuación en el cerebro, se podría distinguir entre:

  • Sustancias psicodélicas:

Drogas que principalmente afectan a la forma en que el cerebro procesa la sustancia química llamada serotonina. Pueden provocar visiones vívidas y afectar el sentido de sí mismo de una persona.

  • Se incluyen: psilocibina, LSD, DMT, mescalina, NBOM (derivado de la feniletilamina).

 

  • Sustancias disociativas:

Drogas que principalmente afectan al modo en que el cerebro procesa la sustancia química llamada glutamato. Estas drogas pueden hacer que las personas se sientan desconectadas de su cuerpo y de su entorno.

  • Se incluye:ketamina, PCP (fenilciclidina).

  • Otras:

Drogas como la MDMA, la ibogaína y la salvia afectan a varias funciones del cerebro para provocar efectos psicodélicos y/o disociativos.

Podría ser prometedor que nos encontremos ante un nuevo uso de sustancias “especiales” para determinados trastornos psiquiátricos. Ya en 2019, la FDA norteamericana aprobó la esketamina (un derivado de la ketamina) que se aplica en forma de spray nasal para el tratamiento de la depresión resistente en pacientes muy seleccionados y bajo estricta supervisión. En nuestro país, también está aprobado su uso, pero siempre en un medio hospitalario y con unos estrictos criterios de selección.

Existen estudios tanto para la MDMA (éxtasis) acompañado de psicoterapia en pacientes con trastorno de estrés postraumático resistentes al tratamiento, así como estudios de psilocibina para depresiones resistentes.

Sin embargo, de momento todavía debemos llamarnos a la prudencia, ya que todos los estudios previos a 2022 Los trabajos previos tienen una muestra menor a cien participantes (cosa que no ha impedido que se alcance la significación estadística) pero que puede comprometer la validez externa de los estudios en entornos clínicos más amplios y reales. Asimismo, casi todos los estudios descriptivos mostrados se ven afectados por el llamado sesgo de selección y de memoria, y no hay fármacos que puedan compararse de forma directa en una sola sesión y con efectos perdurables mas allá del placebo.

Un estudio español sobre la psilocibina en depresión resistente al tratamiento, dentro de un estudio multicéntrico, aportó una mejoría del 37% de los síntomas (medidos a través de una escala de evaluación) a la tercera semana, tras una administración única, pero no se mantuvo dicha mejoría en la 12ª semana.

El creciente impacto de los trastornos mentales en la población mundial ha impulsado una oleada de ensayos clínicos, que parecer ofrecer resultados muy prometedores, sobre el potencial uso de psicodélicos, siempre en combinación con psicoterapias convencionales, para tratar diversos trastornos mentales. Como muestra de este interés, hasta finales de junio de 2023 se habían registrado 433 estudios clínicos sobre la utilización terapéutica de psicodélicos, principalmente en Estados Unidos, Canadá y Europa, de los que obviamente todavía no disponemos de conclusiones.

La razón de su éxito la desconocemos, aunque se ha postulado que el cambio en el crecimiento neuronal y la señalización, es decir, desencadenando conexiones sinápticas entre neuronas. Asimismo, la durabilidad del efecto apuntaría hacía esta razón fisiológica.

Sin embargo, es muy importante remarcar que el tratamiento con psicodélicos sin supervisión médica puede acarrear problemas graves de salud. Para empezar, en muchos casos aún no se han establecido la dosis y pautas de administración exactas que necesitan los pacientes para lograr el beneficio terapéutico. Además, algunas personas pueden experimentar una reacción aguda de ansiedad o pánico tras su consumo. Es lo que conocemos como un “mal viaje”. En casos graves, puede incluso provocar la aparición de síntomas psiquiátricos, especialmente con un uso crónico.

De hecho, un hallazgo recurrente en los ensayos clínicos es que los beneficios para la salud derivados de los psicodélicos están estrechamente vinculados a su administración bajo rigurosas directrices clínicas en entornos formales, con exámenes y controles apropiados, o lo que se conoce como psicoterapia asistida con psicodélicos. No obstante, y a pesar de los ensayos clínicos en curso no es un tratamiento generalizado para los trastornos

El éxito del tratamiento con psicodélicos tiene un riesgo: que la percepción de estas sustancias como terapia efectiva para trastornos mentales avance más rápido que la evidencia. Esto podría abrir las puertas de la automedicación antes de que se establezca un uso terapéutico supervisado. De ocurrir, como en décadas anteriores, podría incluso detener el avance de la investigación científica. Por tanto, la ciencia seria y sin intereses ilegítimos debe hacer su trabajo.

Una nota final, que quizá pueda parecer excesivamente muy escéptica por mi parte, no todo lo “tradicional” o usado en culturas milenarias es intrínsecamente bondadoso… como no lo son la esclavitud, las castas sociales, y muchas lacras provenientes del pasado.