El rio Ébola, conocido por dar nombre a uno de los virus que producen fiebre hemorrágica 

Las informaciones sobre la salud de Teresa son esperanzadoras. Al parecer ha disminuido la carga viral y superará esta aterradora infección. (Mientras escribía esto ha dado negativo en una analítica, más esperanza aún). 

Desde su ingreso el pasado 6 de octubre en el mismo hospital que trabajaba, ha sido foco de interés sanitario y mediático y alrededor de su enfermedad han corrido ríos de tinta (real y virtual).

De la pésima gestión de las autoridades sanitarias (políticos de la Comunidad de Madrid, Ministra de Sanidad, etc.) que más se puede decir que no se haya dicho ya. Del miedo, mejor diría, del pavor que provocó en el país, parece que ya no es noticia…

Durante unos días, hemos asistido a  un “master” a través de los informativos acerca de enfermedades hemorrágicas provocadas por virus (Ébola y otros), de protocolos de seguridad, de cómo ponerse y quitarse trajes de protección. También hemos escuchado a un médico-político que decía auténticas barbaridades, casi rayanas en el insulto personal a la afectada, y a una abrumada ministra de parvas entendederas no decir casi nada.

La labor de aquellos que han ayudado en su curación -desde el médico que la atendió en el Hospital de Alcorcón (creo que sigue aislado en el hospital) hasta quienes están a cargo de ella en el Hospital Carlos III- ha sido más callada. Eficaz, persistente, abnegada y callada. Así es la tarea de los profesionales sanitarios de nuestro país, sólo puedo decir que me llena de orgullo.

Pero a lo que iba, lo que le deseo a Teresa: que se recupere pronto y bien, que recupere su vida. Además de la salud que perdió por realizar su trabajo, ha sido insultada por su jefe ¿habrá perdido la confianza en la institución?,  también ha perdido tiempo, intimidad y anonimato;  ha perdido a su mascota, si Dios quiere, la única víctima mortal de este despropósito (muchas saben que nuevo dolor le va a producir esto).

La gente que la quiere la arropará, le dará todo el cariño y saldrá adelante.  Los que hemos contenido el aliento mientras seguíamos su proceso ya debemos retirarnos (así lo creo). Hemos aprendido un poco más de las buenas personas que hacen su trabajo y no se considerar héroes ni heroínas (como la propia Teresa). También hemos aprendido de la iniquidad de aquellos que les mandan.  
Flores para Teresa, y un brindis a todos los médicos, enfermeras y auxiliares del Carlos III de Madrid