Fin del gozoso verano

Para la gente mediterránea el otoño es una estación melancólica. Aunque los árboles se visten de sus colores más hermosos, que van mudando día a día e incluso hora a hora, y la luz es más difuminada y más amable, el otoño suele traer al ánimo una leve pesadumbre, como cuando uno despierta de un sueño gozoso.

Los árboles con sus mejores diseños
Las horas de luz se acortan… se han acabado las vacaciones, las escolares, las laborales… y se reinicia la rutina seria y en serie. Niños al colegio, horarios rígidos, prisas, sin tiempo que perder (cada vez más creo que el “tiempo que pierdes” es el que ganas).
Otoño, vuelta a las rutinas…


… y a la melancolía
Los psiquiatra sabemos que a los pacientes afectos de trastornos afectivos, especialmente depresiones (de las que hace un tiempo llamábamos endogenomórficas) los cambios de estación son un mal momento, un momento en que puede haber empeoramiento de los síntomas de enfermedad, además de esa desazón otoñal como preludio del invierno.




¿Cómo influyen las estaciones en el estado de ánimo? 

Sin duda, la mayoría de las personas asegurarían que los días soleados son más alegres que los nublados. Y así lo demuestran un montón de estudios de forma científica.
Los animales humanos, como el resto de seres vivos, presentan pautas cíclicas en relación a determinados ritmos biológicos, algunos de ellos marcados por el movimiento terrestre alrededor del sol. Es decir, tenemos una especie de reloj interno que regula algunas actividades, así se definen:
  • Ritmos ultradianos  (más cortos de un día o actividades que ocurren en ciclos fisiológicos de unos 20-24 horas) . Algunos de los ciclos ultradianos del cuerpo humano son el ritmo cardíacos, ventilación pulmonar, la termorregulación y el apetito que involucra la liberación de un neuropeptido (NPY) y de la hormona corticotropina.
  • Ritmos circadianos (de más o menos 24 horas) como los ciclos de luz y temperatura. Existen una serie de procesos biológicos que están subordinados al ciclo circadiano, entre ellos enzimas como la hexokinasa, la regeneración del epitelio intestinal y la producción de hormonas como ACTH, cortisol, TSH, FSH, LH, estradiol y renina. A su vez el ciclo circadiano se verá influido por el cambio de estación (ritmos circaanuales). 
  • Ritmos circanuales (alrededor de un año). En muchos animales, el ciclo reproductivo es circanual, y también puede son circanuales los períodos de adaptación de algunas especies a condiciones ambientales adversas (como la hibernación).
  • Ritmos circalunares (de unos 28 días, la duración del período de traslación de la Luna con respecto a la Tierra, o mes lunar). La menstruación en las hembras humanas está influido por este ritmo.

Nos centraremos en los ritmos circanuales: A medida que se suceden las estaciones, la duración del período de luz solar va avanzando y las personas van adaptándose a la nueva situación. Hay que tener en cuenta que algunas de las hormonas, neurotransmisores y neuropéptidos que influyen en el estado de ánimo, los hábitos alimentarios o el sueño están influidos por la luz.

Con los cambios lumínicos, algunos relojes biológicos se desincronizan
Por tanto podemos encontrarnos con:
  • Empeoramientos de procesos afectivos en personas que ya los están sufriendo (es decir, pacientes que sufren un trastorno afectivo con una desregulación bioquímica del sistema nervioso central). El proceso de adaptación al cambio lumínico produce una nueva desincronización y por tanto una menor eficacia de su sistema de neurotransmisor. A este tipo de cuadros se les añade en su diagnóstico la especificación “con patrón estacional”.
  • Personas que sufren el llamado “Trastorno afectivo estacional” es decir, síndromes depresivos que puedan sufrir aquellos que viven en zonas alejadas del ecuador terrestre con días invernales muy cortos y escasas horas de luz natural, como sucede en países del norte de Europa ó América.  
  • Algún autor ha descrito que hasta la quinta parte de la población podría sufrir de alteraciones afectivas estacionales, aunque en sus formas más leves, no obstante otros expertos se mostraron escépticos sobre el cuadro clínico, en estudios epidemiológicos realizados en Estados Unidos su prevalencia varía entre zonas como la soleada Florida (1,4%) estados más septentrionales como New Hampshire (9,7%).



Juan Ramón y Platero
Volvamos a nuestras latitudes y al otoño. Habla Juan Ramón:
“Ya el sol, Platero, empieza a sentir pereza de salir de sus sábanas, y los labradores madrugan más que él. Es verdad que está desnudo y que hace fresco.

¡Cómo sopla el norte! Mira, por el suelo, las ramitas caídas; es el viento tan agudo, tan derecho, que están todas paralelas apuntadas al sur. El arado va, como una tosca arma de guerra, a la labor alegre de la paz, Platero; y en la ancha senda húmeda, los árboles amarillos, seguros de verdecer, alumbran, a un lado y otro, vivamente, como suaves hogueras de oro claro, nuestro rápido caminar” 

“Platero y yo”  Juan Ramón Jiménez, 1917. 

Otoño en Moguer

 

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