Está demostrado que la acción de leer literatura de ficción aumenta la capacidad empática, por el hecho de imaginar y comprender el estado anímico y mental de los personajes… quizá por ello casi nunca recomiendo libros de “Autoayuda” cuando un paciente me los pide, sino novelas o relatos.

Por eso, por Sant Jordi, siempre me atrevo a recomendar uno o varios libros, de los leídos en mi cosecha del año anterior, clasificados temáticamente.

 

Novela clásica:

  • La montaña mágica de Thomas Mann.

la montaña mágica

Novelón cuya estructura narrativa es la de novela de aprendizaje: el joven protagonista Hans Castorp llega a un entorno extraño y misterioso (un sanatorio antituberculoso de principios del siglo XX) y durante su estancia allí –cada vez más prolongada- se verá expuesto a influencias que contribuirán a la formación de su carácter y su pensamiento. Novela sobre el tiempo y de su tiempo (el mundo anterior a la I Guerra Mundial).

«Al igual que el tiempo, el espacio trae consigo el olvido; aunque lo hace desprendiendo a la persona humana de sus contingencias para trasportarla a un estado de libertad originaria; incluso del pedante y el burgués hace de un solo golpe, una especie de vagabundo. El tiempo, según dicen, es Lete, el olvido; pero también el aire de la distancia es un bebedizo semejante, y si bien su efecto es menos radical, cierto es que es mucho más rápido»

 

Novela contemporánea:

  • Me llamo rojo de OrhanPamuk

me llamo rojo

Novela en apariencia histórica (está ambientada en el Imperio Otomano de finales del siglo XVI) pero que va mas allá, tanto por la forma (los continuos cambios de narradores) como por el contenido de tres líneas argumentales: el descubrimiento de un asesinato, el trabajo de ilustración encargado por el Sultán -casi blasfemo- ya que pretende imitar a los maestros venecianos y una historia de amor.

«Yo, el dinero

Soy un soltaní otomano de veintidós quilates. Llevo el glorioso sello de Su Majestad Nuestro Sultán, el Escudo del Mundo. Aquí, en este bonito café con el ambiente triste que siempre hay después de un funeral, Cigüeña, uno de los grandes maestros de Nuestro Sultán, acaba de pintar mi imagen pero, como es medianoche, no ha podido recubrirme de pan de oro»

 

 

 

 

Novela histórica:

  • Memorias de Adriano de Marguerite Yourcenar

memorias de adriano

La autora belga, muy de moda hace unas décadas, escribió estas memorias impostadas y en forma epistolar del emperador Adriano. Yourcenar proporciona una voz harto elocuente y quizá un poco pedante al personaje. El libro nos sumerge en lo que fue la esencia de la Roma antigua, desde sus austeros orígenes tribales, moldeados después por la matriz helénica y enriquecidos por la aportación de todas las tierras, gentes y creencias con las que entró en contacto. Pero también nos ofrece multitud de reflexiones sobre infinidad de aspectos de la vida, el amor, las pasiones, el envejecimiento, la muerte… un auténtico compendio de sabiduría, para muestra…

“…he llegado a la edad en la que la vida, para cualquier hombre, es una derrota aceptada”.

 

Novela irónico/humorística

 

  • El rey recibe de Eduardo Mendoza

el rey recibe

Es una novela un tanto peculiar, primera de lo que constituirá una trilogía Las tres leyes del movimiento. El protagonista, es un alter ego del escritor, que entra por casualidad en el mundo del periodismo tras conocer a unos curiosos personajes. El modo humorístico de narrar siempre está presente en Mendoza.

«Las grandes ciudades fueron concebidas para impresionar al forastero que llegaba por mar o, más tarde, en ferrocarril. La fachada marítima o fluvial es imponente; las estaciones antiguas suntuosas. Acto seguido el recién llegado se encontraba en una zona céntrica, rebosante de comercio, actividad y tanta opulencia como el lugar fuera capaz de mostrar. No podía haber mejor recibimiento. Ahora, por el contrario, los aeropuertos están lejos del centro, encerrados en sí mismos, de espaldas a la ciudad. El que sale de la terminal, después de un viaje fatigoso y en algunos casos unos trámites policiales ásperos y suspicaces, se encuentra en tierra de nadie, a merced de unos medios de transporte cuyos entresijos desconoce»

 

 

 

Biografía novelada

  • Una educación de Tara Westover

una educación

Narra la vida de la autora, doctorada en historia por la Universidad de Cambridge. Su origen queda muy lejos de esta frase definitoria: nacida y criada en Idaho en el seno de una familia mormona fundamentalista con reglas muy estrictas y una excesiva aversión a la evolución, ya que los hijos no tuvieronla posibilidad de ir al colegio. Como a través del conocimiento una mente inquieta va borrando las huellas de ese aislamiento, y el precio que hay que pagar para conseguirlo. Este libro casi lo considero de “autoayuda”.

«Me quedé en mi asiento hasta que salieron todos. Fingí que se me había atascado la cremallera del chaquetón para no tener que mirarlos a la cara. Después fue derecha a la sala de ordenadores a consultar el significado de la palabra «Holocausto».

No se cuanto tiempo pasé leyendo sobre el tema, pero llegó un momento en que me pareció suficiente. Me recliné en la silla y fijé la vista en el techo. Supongo que quedé conmocionada, aunque no estoy segura de si por haberme enterado de algo horrible o por haber descubierto mi ignorancia.·

Relatos

  • Una noche en el paraíso de Lucía Berlin

una noche en el paraíso

Tanto esta como la anterior recopilación de relatos de Lucia Berlin, Manual para mujeres de la limpieza, me fascinó; me pareció que la autora tiene una voz original. Exquisita y cargada de arrojo y belleza. Y además, su condición de personaje relegado al olvido, ninguneado por la industria editorial, le añadía un extra de atractivo, aunque esta es una consideración que nada tenga que ver con el interés o valor de su escritura.

«A veces con os años miras atrás y dices, ese fue el comienzo de… O éramos tan felices entonces… antes… después… O piensas, seré feliz cuando… una vez consiga… si nosotros… Hernán sabía que era feliz ahora. El hotel Océano estaba lleno, sus tres camareros trabajaban a toda velocidad». 

 

 

Feliz Sant Jordi, que la fragancia de todas las rosas del día acompañen a nuestras lecturas…

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