Desde 1992 se dedica el 10 de octubre como Día Mundial de la Salud Mental.

Ese día se realiza una campaña que busca concentrar la atención mundial en la identificación, tratamiento y prevención de algún trastorno emocional o de conducta destacado; cuenta con el apoyo de la OMS, que también desarrolla el material técnico y de comunicación.  En algunos países, como Australia, no es un solo día sino parte de una semana de concienciación.

Este año 2019, la campaña se ha centrado en la prevención del suicidio. Se da la circunstancia que, desde hace quince años, se dedica la fecha del 10 de septiembre como Día Mundial de la Prevención del Suicidio… por tanto este año, en un plazo de un mes, la población general y algunos colectivos en particular han recibido mensajes específicos sobre este tema.

La información de la OMS es apabullante: 

“Cada 40 segundos se suicida una persona en el mundo.

Cada año, cerca de ochocientas mil personas fallecen por esta causa y otras muchas intentan suicidarse.

Cada suicidio es una tragedia que afecta a una familia, a una comunidad… y que tiene consecuencias duraderas en las personas cercanas a las víctimas

El suicidio no respeta edades y es la segunda causa de defunción entre los jóvenes de 15 a 29 años»

Pues bien, hablemos del suicidio…

¿Qué es el suicidio?

El suicidio es el acto de quitarse deliberadamente la propia vida. Mientras que el intento o tentativa es la autoagresión llevada a cabo con la intención de morir que, sin embargo, no resulta en la muerte del individuo.

Por otra parte, el suicidio asistido consiste en la ayuda que una persona brinda a otra para que este cumpla con su deseo de morir, ya sea con los conocimientos o los medios para hacerlo. La ideación suicida implica pensamientos sobre suicidarse con diversos grados de intensidad y elaboración.

¿Quién corre riesgo de suicidarse?

El suicidio no discrimina. Las personas de todas las edades y grupos étnicos pueden incurrir en esa conducta. Estadísticamente, los principales factores de riesgo para el suicidio son:

  • Intento previo de suicidio.
  • Padecer trastornos depresivos u otros trastornos psíquicos.
  • Problemas de abuso de drogas y otras sustancias.
  • Antecedentes familiares de trastornos mentales o de abuso de sustancias.
  • Antecedentes familiares de suicidio.
  • Violencia familiar, incluidos los abusos físicos o sexuales.
  • Presencia de pistolas u otras armas de fuego en el hogar.
  • Reclusión o encarcelación (estar preso o en la cárcel).
  • Exposición al comportamiento suicida de otros, como de un miembro de la familia, un compañero o una figura de los medios de comunicación.
  • Enfermedades médicas.
  • Edad de 15 a 24 años o mayor de 60 años.

Lógicamente, como ya he mencionado estos son factores de riesgo estadísticos, interpretando los datos de las personas que han llevado a cabo tentativas o suicidios consumados. Asimismo, estos factores de riesgo no discriminan ni predicen quien llevará a cabo algún acto autolesivo sobre la base de sus pensamientos suicidas. A mi entender, y desde una perspectiva clínica no estadística, los mayores factores de riesgos corresponden a la tríada: tentativas previas de suicidio, psicopatología que incorpore tristeza y/o impulsividad, y antecedentes familiares de suicidio consumado.

¿Cuáles son las señales de aviso del suicidio?

Los comportamientos que se enumeran a continuación pueden ser señales de aviso de que alguien está contemplando suicidarse:

  • Hablar de querer morir o querer quitarse la vida.
  • Hablar de sentirse vacío, desesperado o no tener una razón para vivir.
  • Planear o buscar una forma de suicidarse, como investigar en línea, acumular píldoras o haber recientemente adquirido cosas potencialmente letales.
  • Hablar de tener un sentimiento grande de culpa o vergüenza.
  • Hablar de sentirse atrapado o de que no hay una solución a su problema.
  • Sentir un dolor insoportable sea físico o emocional.
  • Hablar de ser una carga para los demás.
  • Consumir alcohol o drogas con más frecuencia.
  • Actuar de forma ansiosa o agitada.
  • Apartarse de los familiares y amigos.
  • Cambiar los hábitos de alimentación o de sueño.
  • Mostrar rabia o hablar de buscar venganza.
  • Realizar conductas arriesgadas, como conducir imprudentemente, que podrían conducir a la muerte.
  • Regalar sus posesiones importantes.
  • Despedirse de los amigos y los familiares.
  • Poner los asuntos en orden o hacer un testamento.

Esto es lo que suscribe la OMS… evidentemente no todo el mundo que hace testamento está pensando en el suicidio, por supuesto, sino que sería un conjunto de estas acciones, pero sobre todo que el individuo experimente una gran sensación de tristeza con ideas de desesperanza.

Existen muchos mitos o ideas comunes preconcebidas con respecto al suicidio, a los suicidas y sobre quienes lo intentan. A continuación enumeraré los dos principales:

 

  • ¿Las personas amenazan con quitarse la vida para llamar la atención?

 En absoluto. Esta es uno de los lugares comunes acerca del suicidio, el decir que las personas que amenazan con suicidarse nunca lo llevan a cabo. Es muy frecuente que realizar el historial retrospectivo de alguien que ha cometido suicidio hallemos que había realizado alguna tentativa previa, o que lo había verbalizado en su entorno, de hecho el criterio científico es que el 90% de las personas que mueren por suicidio habían manifestado sus intenciones de forma más o menos explícita. Naturalmente no representa a la totalidad, pero casi… y hay ocasiones en que esa muerte es una total sorpresa para la familia o amigos de esa persona.

La ideación suicida se vivencia con una extrema angustia y es fácil que el afectado la verbalice. En cualquier caso, si se realiza una tentativa de suicidio “para llamar la atención” pensemos que este método de solicitar ayuda es peligrosísimo e implica que la persona está situada (aunque sea por unos breves momentos) en un callejón en el que la única salida que ve viable para dejar de sufrir es acabar con su vida. Amenazar o intentar quitarse la vida no es una respuesta “proporcionada” al estrés, por lo tanto no debe tomarse nunca a la ligera.

El pensar que las personas que intentan suicidarse no desean morir, sino que solo son llamadas de atención (criterio que en ocasiones he visto en servicios de urgencias por parte de profesionales de la salud) es un criterio totalmente equivocado. Condiciona una actitud de rechazo frente a quien atenta contra su vida, lo que entorpece enormemente la ayuda que estas personas precisan. Lo que ocurre, y posiblemente me repita, es que a esta persona le han fracasado sus mecanismos vitales de adaptación y no encuentra alternativas. Esto puede ocurrirle en un momento puntual de su vida, producto de muchas circunstancias, pero casi siempre hay un intensísimo dolor moral; la ayuda debe incluir el respeto, nunca la condescendencia y mucho menos el desdén.

 

  • Si se habla del suicidio ¿se fomenta esta actuación?

Este es otro de los estereotipos alrededor del suicidio. Hablar del suicidio con una persona que tenga esa ideación autolítica en sí mismo no aumenta el riesgo del mismo, sino que se tiende un puente en el que se reconoce el sufrimiento y por tanto puede ayudar al que sufre. Está demostrado que hablar sobre el tema con una persona en tal riesgo, en vez de incitar, provocar o introducir esta idea, reduce el riesgo y puede ser la única posibilidad que ofrezca el sujeto para el análisis de sus propósitos autodestructivos.

40 segundos

La campaña de la OMS se ha centrado en el lema 40 segundos, quizá es un poco “naif” pero, desde luego, menos es nada:

  • Si usted está pasando por momentos de dificultad, dedique 40 segundos a charlar con alguien en quien confíe y dígale cómo se siente.
  • Si se ha suicidado un ser querido de un amigo o conocido suyo, tómese 40 segundos para charlar con él y preguntarle cómo se siente.
  • Si trabaja usted en un medio de comunicación, mencione en sus entrevistas, artículos o entradas de blog que cada 40 segundos se suicida una persona.
  • Si trabaja en el mundo del entretenimiento o en una plataforma digital, interrumpa la emisión o la transmisión para informar durante 40 segundos acerca de la salud mental y la prevención del suicidio.
  • Si usted es empresario o gerente, dedique 40 segundos a enviar un mensaje positivo de apoyo a sus empleados e informarles de los recursos disponibles en el lugar de trabajo o en el municipio en case de estar pasando por dificultades emocionales.
  • Si desea que las autoridades actúen, grabe un vídeo o un mensaje de voz de 40 segundos explicando las medidas que pueden adoptar para prevenir el suicidio y promover la salud mental.
  • Si dispone de una plataforma para comunicarse con un público amplio (en redes sociales, televisión o radio), incluya espacios de 40 segundos para difundir testimonios o mensajes acerca de la salud mental.
  • Si ostenta un cargo político, informe públicamente a los ciudadanos de las medidas que está tomando para promover la salud mental y prevenir el suicidio, mencionando la estadística de los 40 segundos.

Viene acompañada además por cuatro vídeos, que pueden verse en el canal de youtube de la OMS. Este es el dirigido a enseñantes: