El cerebro humano. Material especial y esencial

Algunas reflexiones tomadasde la introducción del  libro de David Eagleman “Incógnito. Las vidas secretas del cerebro” 

El cerebro humano pesa un kilo doscientos gramos, eso sí de un material muy especial. Quizá el material más complejo que se ha descrito en el universo. El cerebro humano, como todos los tejidos de los seres vivos, está compuesto por células: neuronas y otro tipo de células que sustentas a las anteriores, las llamadas en conjunto células de la glía.
El cerebro humano contiene cientos de miles de millones de células. Cada una de éstas contiene todo el genoma humano y por ella circulan millones de moléculas en una intrincada red.

Representación de una neurona y sus conexiones

Las neuronas se conectan unas a otras mediante redes de sorprendente complejidad, la complicación es tal que se necesitan expresiones matemáticas para definirlas. Una neurona “normal y corriente” lleva a cabo unas diez mil conexiones con sus neuronas adyacentes. Cada neurona manda impulsos eléctricos a otras neuronas, en ocasiones hasta más de cien veces por segundo. Si se tiene en cuenta que disponemos de miles de millones de neuronas, hay tantas conexiones en un solo centímetro cúbico de tejido cerebral como estrellas en nuestra galaxia. Abruma un poco ¿no?
 

Tantas conexiones neuronales como estrellas en nuestra galaxia


El cerebro humano es portentoso. Es el único sistema del planeta que ha emprendido la tarea de descifrar su propio lenguaje de programación… y lo que se ha descubierto es uno de los logros más importantes de la especie: el reconocimiento de que las innumerables facetas del comportamiento, pensamientos y experiencias van inseparablemente ligadas a una inmensa red electroquímica denominada sistema nervioso. Nuestra maquinaria cerebral, que es algo totalmente ajeno a nuestra experiencia cotidiana, ya que no somos conscientes de dichos procesos, sin embargo nuestra maquinaria cerebral es nuestra esencia, es quien somos.

Como Venus que pregunta al espejo ¿quien soy?, Velázquez, 1599

Y aquí, me atrevería a añadir algo que no menciona Eagelman. Nosotros somos el resultado de los procesos que lleva a cabo nuestro cerebro (sin nuestra intervención consciente) y de cómo son modulados estos procesos en relación a nuestra experiencia vital (la mayor parte de esta modulación no nos resulta consciente, simplemente pasa… y quizá una pequeña parte dependa de una elección, que a su vez estará condicionada en como se ha “llenado” de información el cerebro).
 
Cerebro aprendiendo

Intento explicarme: la estimulación a que es sometido un cerebro “virgen” el de un bebé, por ejemplo, facilita conexiones neuronales, también el entorno en el que crece condicionará sus aprendizajes, y su forma de entender los afectos dependerá en gran medida del afecto que le han proporcionado… Bien este individuo irá procesando toda esta información de manera no consciente. En la edad adulta será una persona con un temperamento, carácter y personalidad definidos, aunque sea una persona de las que denominaríamos “común y corriente”.
Ante un acontecimiento vital, (por ejemplo, una pérdida de dinero, una ruptura sentimental), reaccionará en función de su carácter y rasgos de personalidad, y es posible que se sienta apenado… pero también podrá elegir un tipo de conducta más o menos adaptativa de la situación, en función de cómo ha integrado todos sus experiencias previas. Resumiendo: todos somos únicos, no hay gente corriente.



“Una mente maravillosa” (“A beautiful mind”)

Se trata de una película estadounidense de 2001, inspirada en la novela del mismo título escrita por Sylvia Nasar, y dirigida por Ron Howard, y que cuenta la vida de un Premio Nobel de Economía, John Forbes Nash. Ganó cuatro premios Oscar, entre ellos el de la mejor película y la mejor dirección. 
Sylvia Nasar, autora del ensayo «Ua mente maravillosa»

Lo sobresaliente del film, de la novela o mejor dicho de la vida de Nash, es que era un brillante matemático que sufrió 
un grave trastorno psíquico “esquizofrenia paranoide”.


El estudiante John F. Nash, interpretado por R. Crowe


Russell Crowe interpreta el papel de John Forbes Nash en la película, que como producto cinematográfico es una interesante aproximación a la vida de Nash, y también a aspectos relacionados con las ideas delirantes y los trastornos sensoperceptivos, aunque obviamente ni la una ni las otras son recogidas con total fidelidad.
Las «alucinaciones visuales» de Nash, su amigo Charles y su sobrina Marcee y el agente Parcher



El auténtico John Forbes Nash jr, en una imagen reciente

John Forbes Nashnació en 1928 en una localidad de West Virginia, hijo de un ingeniero electrónico y una maestra. En su  infancia a pesar de la mostrar precocidad en algunos conocimientos, obtenía malas notas escolares y era muy reacio a seguir una disciplina, y también tenía problemas de sociabilidad.
Su talento científico se empezó a evidenciar en la adolescencia y en 1945 ingresó en el Instituto Carnegie de Tecnología de Pittsburgh, y aunque en principio le interesaba la química, un profesor le guió hacia las matemáticas. Al acabar su licenciatura  Asimismo, tenía problemas por su falta de amigos.
Nash, graduado en el
Carnegie Institute of Technology
Nash ganó una beca en el concurso George Westinghouse y entró en junio de 1945 en el Carnegie Institute of Technology (hoy llamado Carnegie-Mellon University) para estudiar ingeniería química. Sin embargo empezó a destacar en matemáticas cuyo departamento estaba dirigido entonces por John Synge, que reconoció el especial talento de Nash y le convenció para que se especializara en matemáticas. Se licenció en esta especialidad en 1948.
La Universidad de Princeton, fundada en 1796
Fue aceptado para realizar estudios de postgrado en varias universidades prestigiosas: Harvard, Princeton, Chicago y Michigan. Aunque Nash consideraba que la mejor era Harvard, pero Princeton le ofreció una beca más sustanciosa por lo que decidió estudiar allí, donde entró en septiembre de 1948. 
En 1949, mientras se preparaba para el doctorado, escribió el artículo por el que sería premiado cinco décadas después con el Premio Nobel. En 1950 obtiene el grado de doctor con una tesis llamada «Juegos No-Cooperativos».
La tesis doctoral de Nash, sólo veintisiete páginas escritas a los 21 años, contenía los elementos de una revolución en la teoría económica.  Aplicó la teoría de los juegos de Von Neumann a situaciones que implicaran conflicto y ganancias, y concluyó que la «partida» concluía cuando cada jugador, de forma independiente, elegía su mejor respuesta a la estrategia de sus adversarios. Esa idea simple, «El equilibrio de Nash», permitía reemplazar con razonamientos científicos la vieja magia de Adam Smith, la «mano invisible» que movía los mercados.
El «equilibrio de Nash» (para quien lo entienda)

Boda de Nash y Alicia Lardé
Sin embargo, su vida personal fue a la deriva durante varias décadas… En primer lugar se desentendió de su primer hijo, fruto de una relación con una mujer que apartó de su lado porque no era universitaria. Después se casó con Alicia Lardé, una ex-alumna suya con la que se había casado en 1957 se divorció de él, aunque al final de los 70 volvió a relacionarse y en 2001 se volvieron a casar.
Desde 1953 Nash trabajaba para la Corporación RAND, una institución que canalizaba fondos del gobierno de Estados Unidos para estudios científicos relacionados con la Guerra Fría. Fue despedido de la misma, tras una redada policial por conducta homosexual. También daba clases en el MIT de Massachusetts. Desde su contacto con temas de claves y criptografía fue desarrollando síntomas de tipo paranoide hasta que en 1958 desarrolló un cuadro psicótico por el que tuvo que permanecer ingresado y recibir tratamiento.
En la década de los 60 experimentó varias recaídas, y también en los 70. Entonces Alicia lo readmitió en su casa de Princeton, y Nash deambulaba como un fantasma por la universidad en la que había escrito su tesis doctoral, formulando preguntas incoherentes y mendigando monedas y cigarrillos. La institución le permitía estas extravagancias en atención a sus pasados méritos.
A finales de los 80 empezó a mejorar, de manera espontánea.  Poco a poco, empezó a saludar a la gente y a decir frases coherentes. En 1990 inició un debate, a través del correo electrónico, con otro científico, Enrico Bombieri. Quienes asistieron al proceso hablan de «milagro».
En octubre de 1994, John Forbes Nash, de 66 años recogió en Estocolmo el Premio Nobel de Economía, por un trabajo realizado antes de cumplir los 30. Su discurso reflejó su idiosincrasia, hablando de su enfermedad y recuperación:
John Forbes Nash jr. recogiendo el Premio Nobel de Economía en 1994

«Pasó más tiempo. Después, gradualmente, comencé a rechazar intelectualmente algunas de las delirantes líneas de pensamiento que habían sido características de mi orientación. Esto comenzó, de forma más clara, con el rechazo del pensamiento orientado políticamente como una pérdida inútil de esfuerzo intelectual».

John Forbes Nash ha vuelto a la investigación científica, trabajando en el Departamento de Matemáticas de Princeton. Ha establecido contacto con su primer hijo, John David Stier, enfermero de profesión. Sigue viviendo con Alicia y con su hijo menor, John Charles, de 43 años, matemático y enfermo de esquizofrenia.
Desde luego, el cerebro humano es una “máquina maravillosa”.

El cerebro humano, máquina que integra conocimientos y los expande

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