Septiembre: la vendimia y la vuelta al cole


Que mejor momento que el “inicio de un nuevo curso” para sacudirnos de encima algún hábito malsano, hábito que puede ser una franca adicción, como el TABACO.

Dejar de fumar, un propósito tan enriquecedor como ir a la escuela


Este es un propósito importante: DEJAR DE FUMAR. ¿Cómo podemos plantear esta empresa?  Ya hemos hablado de que se trata de una adicción poderosa y que puede producirnos unos síntomas de abstinencia (no graves, aunque sí molestos) y que además el anhelo de nicotina puede perdurar durante largas semanas.

Establezcamos una estrategia:

1  – Aunque creamos conocerlos, vale la pena INFORMARSE acerca de  los riesgos delconsumo de tabaco para la salud,  (no nos limitemos a leer la “esquela de las cajetillas”).

Las advertencias frente al tabaco ¿sirven de algo?

No eludamos este paso ya que incide en la importancia de abandonar el hábito, por nosotros y nuestro bienestar, por nuestra salud, añadiría también por nuestra economía y por responsabilidad hacia aquellos que nos quieren y nos necesitan.

Repasando los riesgos del tabaco


Este conocimiento, que a algunas personas les resulta molesto, nos ayudará a CLARIFICAR la meta (mejorar su salud) que se conseguirá a través de un medio (dejar de fumar) que en sí mismo ya es un gran objetivo.
   -Hay que tener en cuenta que NO HAY REMEDIOS MÁGICOS. No pensemos que dejaremos el tabaco en el momento que queramos (y por tanto no importa cuando),  porque de ser así ya lo hubieramos hecho (si bien es cierto que entre un 4 y 7% de los fumadores dejan el tabaco a la primera y sin ningún tipo de ayuda).


El vendedor de humo con su elixir «curalotodo»

    -No nos PRECIPITEMOS, es una decisión importante. Hay que desandar el camino que el consumo de tabaco nos ha hecho recorrer, y por lo tanto, reflexionar sobre algunas cosas:  

a.    ¿Por qué razón fumo? Probablemente como la mayoría de las personas empezó a fumar por mimetismo, sin darse cuenta y sin disponer de todos los elementos necesarios para tomar una decisión informada y elegir conscientemente lo que le convenía. Y así se encontró fumando regularmente.

b.   Averigüemos las razones por las que continúa fumando.
Hay  distintas motivaciones para el consumo de tabaco (que no tienen que ser excluyentes entre sí):

·         1. Uso como estimulante. Probablemente sienta que el tabaco le ayuda a despejarse, a mantener un elevado nivel de alerta y por tanto a seguir adelante.

·         2. Uso como refuerzo gestual. En ocasiones puede resultar gratificante tener algo entre las manos, así mostramos mayor aplomo en algunas situaciones.

·         3. Placer-relajación. No siempre es distinguible de la categoría siguiente. Es decir, la diferencia entre sentirse bien, o evitar sentirse mal. Dos tercios de los fumadores, obtienen puntuaciones altas en esta categoría.

No confundamos el placer del tabaco con la felicidad.

·        4. Reducción de  estados negativos. Algunas personas creen que el cigarrillo les ayuda a superar momentos difíciles como el estrés del día a día.

Para Mafalda, la sopa representa un gran estrés


·        5. Adicción. Existe un deseo elevado de fumar acompañado de sensaciones de irritabilidad e intranquilidad cuando se desea un cigarrillo y no se tiene a mano. 

Gran adicción, fumar desde que nos despertamos


·         6. Automatismo. Hace referencia a aquellos fumadores en los que su relación con el tabaco es inconsciente, mecánica o automática.
   – VALORAR las ventajas de dejar de fumar. Pero las ventajas para uno mismo, no exclusivamente lo que se ha reconsiderado en el punto 1. 

    Las ventajas incluirán, claro está, factores de salud ya presentes (“esa maldita tos matutina”) y futuros (riesgo de enfermedades oncológicas y cardiovasculares).

Doña Muerte: una amiga fumadora…


   Ni que decir tiene la importancia que cobran estas ventajas en caso de estar embarazada o querer programar un embarazo. 

    También es importantísimo el respeto a la salud de las personas que nos rodean. 

Ante todo: PROHIBIDO FUMAR



    Pero además, que  gran mejora en la calidad de vida (“para que mis besos no sepan a cenicero…”, “para que mi ropa no solo esté limpia sino que huela bien”, “para poder utilizar el dinero que gasto en tabaco en otras cosas: libros, discos, espectáculos…” ).

    Y sobre todo ello,  hay otro factor clave en las ventajas de abandonar el tabaco: la mejora de la propia autoestima (“por fin me libraré de esta esclavitud, soy capaz de salir de casa en pijama para ir a comprar tabaco… no lo haría por comida”).

   –PUNTUAREMOS también el grado de adicción. Otro sencillo ejercicio de sumas, número de cigarrillos consumidos (sin hacernos trampas), número de cigarrillos auténticamente disfrutados, si fumar es la primera cosa que hacemos, incluso en ayunas, etc…  
Bien, realizado este trabajo preliminar es el momento de la DECISIÓN. Y para ello no hay que engañarse con subterfugios del tipo:


“Voy a intentar reducir a tres o cuatro cigarrillos, aquellos que de verdad disfruto”

Normalmente este tipo de frase nos indica que la decisión no está madurada. Hay que tener en cuenta que las personas que disminuyen el consumo vuelven a fumar en poco tiempo la cantidad previo (o incluso más). Además, cuesta lo mismo reducir que dejar totalmente (salvo por la sensación de falso duelo que uno puede imaginar). Se pasa peor fumando poco que no fumando, porque siempre se está pensando en el próximo cigarrillo, y eso hace que el tabaco se convierta en el centro de nuestra vida.

“Buf, es imposible. Lo he intentado muchas veces y siempre he fracasado”.

Pensemos que cada vez que intentamos dejar el tabaco, aprendemos algo para el próximo intento. Dejar de fumar es un proceso. Recaer no debemos considerarlo como un fracaso definitivo, sino una nueva etapa que nos da más conocimiento acerca de cómo alcanzar el objetivo. El tiempo que no se fumó es beneficioso, y lo que es muy importante es identificar porqué volvió a fumar.

“Me gustaría dejarlo, pero nunca encuentro el momento adecuado”

Aunque sea cierto que  no es una buena idea dejar de fumar cuando se está pasando por un período elevado de estrés, o por un cuadro depresivo grave. Es mejor planificar y asociar el intento a circunstancias positivas, e ir celebrando cada nuevo logro. Sin embargo, un fumador es capaz de encontrar “pegas” al momento casi siempre.

En ocasiones hay circunstancias inapelables que nos llevarán a la abstinencia forzosamente. Razones de salud, como un ingreso hospitalario o ser diagnosticado de una enfermedad cardiovascular y otras… 

Un embarazo (y no solo me refiero a la gestante, sino también a su pareja), ya que a partir del momento en que somos padres, somos responsables de la salud de esa personita. Que crezca en un hogar sin tabaco le protege de las enfermedades causadas por un aire contaminado por humo… y le enseña una norma de conducta que le valdrá durante toda su vida.

“Lo que me molesta si dejo de fumar es que engordaré… Y eso sí que me preocupa”

Es cierto que muchas personas ganan algo de peso al dejar de fumar. Pero tampoco es una elevación tan significativa, puede controlarse si no se ingieren chucherías, golosinas o se picotea a todas horas. Y además, los beneficios en nuestro sistema cardiorrespiratorio harán que sea mucho más sencillo realizar algo de ejercicio físico, que redundará en nuestra forma física y también en la producción de endorfinas en nuestro sistema nervioso central.

Si dejamos de fumar, tampoco pareceremos personajes de Botero


Volvamos al punto anterior, la DECISIÓN ES FIRME. Y ahora ¿cómo actuamos?


A  partir de aquí diseñemos nuestro PROPIO PLAN:  

1.   Decida la fecha para dejar el hábito. Y no se apee de la misma. No hace falta que sea inmediata, ya que previamente será bueno que en las dos semanas previas a la misma haga un registro de cuanto y en qué circunstancias ha fumado. Así conocerá un poco más de factores desencadenantes que le habían pasado por alto.

2.   Lea frecuentemente su lista personas de motivos para dejar de fumar. Asegúrese de que son razones auténticamente importantes para Vd.




3.   Empiece a desmitificar el tabaco, es decir deje de pensar en que le ayuda a resolver tensiones, problemas, etc. Quién vive y supera el día a día es uno mismo, no el cigarrillo que no constituye una ayuda, sino un lastre.

4.   Si ha utilizado el tabaco como estimulante: Seamos conscientes que la mente y el cuerpo pueden activarse de otra forma. Respirar profundamente, activar el cuerpo durante las pausas realizando algún ejercicio moderado. Algún complejo vitamínico le puede ayudar, como por ejemplo la vitamina C.

5.   Si ha utilizado el tabaco como refuerzo gestual: Cambie de apoyo, un boli, unas llaves, las gafas, un libro o cualquier pequeño objeto también se puede manipular. Sin embargo sería preferible practicar alguna técnica de relajación sencilla, o descargar la ansiedad mediante el ejercicio.

6.   Si ha utilizado el tabaco para evitar situaciones negativas: Hay que encontrar mejores placeres, como sensaciones agradables para la vista, el olfato… y el intelecto. Yo le recomendaría la poesía. Incremente las actividades que le apetezcan, y sustituya el tabaco por personas, amigos, familiares y también por música, literatura. Plantéese en tener tiempo para algo que siempre haya querido hacer (ahora dispondrá de más dinero…).

7.   Si utiliza el tabaco por tener una fuerte adicción y su conducta está muy automatizada:

Repase el registro diario de cigarrillos, y sea consciente de las situaciones con las que tiene asociado el tabaco.
Una vez identificadas, busque una conducta alternativa a la de fumar.
Informe a su entorno de su decisión, para evitar que le ofrezcan tabaco o que personas cercanas fumen en su presencia. No diga: “tengo que superarlo igual”, como cualquier adicción la observación del consumo en otros predispone a recaer en el consumo.
Valore la posibilidad de solicitar ayuda profesional. Tanto desde el punto de vista psicológico como médico, con ayuda farmacológica.
Desaconsejo totalmente iniciar un tratamiento con pastillas “por su cuenta”, “porque le han ido bien a Fulano, Mengano, o quien sea”. Hable con su médico o con un especialista que sabrá la mejor estrategia para ayudarle.

Y aunque parezca muy obvio, el día que ha decidido dejar de fumar: NO FUME. Cambie un poquito su rutina habitual, manténgase bien hidratado, tenga a mano caramelos sin azúcar. Y sobre todo practique con convicción la frase: 

“No gracias, yo no fumo”.


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