Más sobre el estigma

Leí en un suplemento de un diario nacional la reflexión de este médico tras sufrir un ataque de ansiedad. Conocía los síntomas de sobra por su profesión, pero a pesar de ello, cuando aparecieron todos los alarmantes síntomas: sudoración, taquicardia, opresión precordial, disnea, sensación de muerte inminente, por ello fue atendido en Urgencias. El mismo ha explicado en twitter esa experiencia, y que antes de dar las gracias a quienes le atendieron, les pidió perdón… 

 

https://twitter.com/nachorosell/status/1273314681738969089

La reflexión del Dr. Rosell es muy sensata, lo mismo que las viñetas que el mismo ha traducido. Nadie aconseja a alguien que se deshaga de su úlcera, de su diabetes, de su artritis, o de cualquier enfermedad que esté avalada por unos análisis o que tenga visos de tener un diagnóstico médico. 

Las personas con síntomas psíquicos sufren un doble estigma: el de la sociedad que tiene unas creencias negativas y estereotipadas de las enfermedades mentales, pero los pacientes también interiorizan dichos prejuicios. Por tanto, además de sufrir ansiedad/depresión u otros estados clínicos, la persona que los padece experimenta culpa, vergüenza, siente que debe justificarse y explicarse innecesariamente. 

La artista Sara Caballería ha ilustrado un còmic que refleja estupendamente esta situación. Está basado en una entrevista con el médico Dr. Ignacio Rosell y el redactado es de Pablo Cantó.

Me permito reproducirlo a continuación: 

 

Cierto, nadie se sentiría culpable de ser atendido en Urgencias por un ataque al corazón, una piedra en el riñón, un pico febril o una herida, aunque sea leve. Es nuestro derecho como pacientes y en lo ejercemos con total naturalidad. Pero si alguien va al hospital con los aterradores síntomas de una crisis de pánico, y cuando se le informa que es ansiedad, lo más probable es que se sienta culpable por haber «molestado» al personal sanitario que le ha atendido… Incluso es posible que perciba alguna nota de desdén en alguien dentro del recinto de urgencias.  Por ello, fácilmente pedimos perdón por haber acudido al médico.

 

Los ataques de ansiedad no tienen edad. Y siempre hay uno que es el primero. Pueden presentarse por diversos factores de riesgo, y el mas importante es el estrés, que puede ser agudo y sostenido a lo largo del tiempo. También hay causas físicas que los pueden desencadenar y en otras ocasiones aparecen de repente, sin más. La sensación es aterradora y en los que se experimenta un fuerte compromiso del sistema nervioso vegetativo, pueden parecer un ataque al corazón, ya que además de los síntomas el paciente experimenta una intensa sensación de muerte inminente.

Así funciona el estigma que todos tenemos interiorizado. «¡Bah! solo era una crisis de ansiedad y yo aquí haciendo el ridículo y molestando» 

 

Y aquí está el quid de la cuestión. ¿Alguien pide perdón por tener un infarto?

 

Este es otro punto importante. Muchos pacientes después de un ataque de ansiedad, o ante un período de síntomas se les recomienda tomarse unos días de descanso y hacer una baja laboral. La mayoría de los pacientes son reacios a ello, puesto que piensan que les va a perjudicar en su trabajo, no sabrían como explicarlo, y que «solo era ansiedad» y por tanto no tienen derecho a ello.

 

Puede ser una causa, pero desde luego no es la única. El pensamiento de que los síntomas psíquicos son debidos a una fragilidad personal son una creencia muy arraigada en la sociedad, más allá del estilo educativo de las familias.

 

 

 

Sensata conclusión:

NADIE DEBE PEDIR PERDÓN POR TENER UNA ENFERMEDAD, SEA DE LA ÍNDOLE QUE SEA