Como su propia denominación indica estamos hablando de uno de los trastornos de ansiedad, a veces conocido por sus siglas TAG. Se trata de una afección muy común, ya que se cree que la prevalencia de este cuadro clínico se sitúa alrededor del 5% de la población general.

Y es más, si consideramos el término de prevalencia-vida puede incrementarse hasta un 7 u 8%.

 

Hablan los pacientes:

          “Yo siempre había sabido que era una persona sufridora. Siempre estaba inquieta por todo y nunca me podría relajar. tag-mujer-ansLas preocupaciones eras constantes, aunque variaba el objeto, cuando se había resuelto una cosa aparecía otra y vuelta a empezar. Nunca podía dejar nada de lado, ya fuera que regalo sería el mejor para alguien, o si mis hijos cogerían la gripe. Me doy cuenta además que a mi marido y a mis hijos los agobiaba con mis temores: ¿ya has estudiado lo suficiente?, ¿vas a montar ahora en bicicleta… y si te caes? Por mis miedos mi hija no iba de colonias porque no podría resistir la posibilidad de que le pasara algo… Qué culpable me sentía después, aliviada pero culpable. Siempre estaba tensa y con dolores de espalda y de cabeza, también si algo sucedía -aunque fuera una mínima cosa- casi no podía comer y la digestión era una tortura” (Julia, 47 años)

         

tag-hombre-ansioso“No importaba que no hubiera ningún problema, yo me preocupaba igual. La más mínima posibilidad de un contratiempo me rondaba siempre la cabeza… Y cosas que podrían pasar en un futuro, como la muerte de algún ser querido me producían un miedo atroz. Desde que nacieron mis hijos el temor se ha acentuado y de un simple catarro yo hago un drama.  Tengo problemas para dormir por las noches y no me despierto descansado, no me concentro en el trabajo. Además como mi mujer no comparte mis preocupaciones (las llama “las manías de papá”) siempre me sentía enojado con ella e incluso con los niños” (Fernando, 36 años).

¿Qué es el trastorno de ansiedad generalizada?

Puede parecernos que estamos hablando de una bagatela, ya que todas las personas sensatas se preocupan por los problemas (ya sabéis la tríada: salud, dinero, amor). No obstante, la preocupación de las personas que sufren del Trastorno de Ansiedad Generalizada es desmedida y dramática, nunca es proporcional a lo que acontece y son especialistas en conjurar posibilidades o riesgos futuros como si estuvieron ocurriendo ya en el presente. El día a día ya lo viven de forma amenazadora y les causa ansiedad (y con ello todo un cortejo de síntomas) pensando que las cosas siempre saldrán mal. A veces las preocupaciones son tan intensas que pueden limitarles en sus actividades diarias, al perder objetividad y eficacia.

Por regla general, el trastorno de ansiedad generalizada se desarrolla de manera larvada y comienza en la adolescencia o juventud temprana. Incluso hay niños en los que se perfilan rasgos de prevención, aprensión y preocupación exagerada a edades muy tempranas. Los síntomas pueden oscilar (aunque en general la expectativa ansiosa siempre se mantiene) y con frecuencia empeoran en situaciones de estrés.

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Síntomas del trastorno de ansiedad generalizada

Algunos de los síntomas son de la esfera psicológica, como

  • Preocupación excesiva por las actividades cotidianas
  • Tener problemas para el control de su preocupación y aprensividad
  • Ser conscientes de que se preocupan mucho mas de lo que debieran

Otros corresponden a lo que denominaríamos un incremento de la alerta:

  • Tener dificultades para relajarse
  • Problemas para concentrarse
  • Sobresaltarse con toda facilidad.
  • Vivir con gran desazón estímulos externos, especialmente ruidos.
  • Dificultades para dormir
  • Irritabilidad

Y por último en la esfera física, nos podemos encontrar con: tag-joven

  • Permanente sensacion de cansancio y agotamiento
  • Dolores de cabeza
  • Dolores musculares
  • Molestias digestivas
  • Urgencia miccional
  • Dificultad para tragar o respitar
  • Temblores
  • Tics o movimientos incontrolados
  • Sudoración excesiva
  • Sensaciones de mareo o pseudovertiginosas, sentir la cabeza hueca

¿Qué causa el trastorno de ansiedad generalizada?

En muchas ocasiones descubrimos al realizar la historia clínica que hay otros miembros de la familia de origen con este trastorno, y se especula con una combinación de rasgos genéticos con un aprendizaje temprano de la expectativa de temor.

Riesgos del trastorno de ansiedad generalizada

El hecho de padecer ansiedad ya es un riesgo en sí mismo, además del malestar significativo que produce, en estudios controlados esta patología se considera un factor de riesgo para la salud general, especialmente para el sistema cardiovascular (hipertensión, riesgo coronario).

Asimismo, con frecuencia las personas con ansiedad generalizada presentan en algún momento de su vida un patrón patológico de consumo de alcohol, ya que lamentablemente han “descubierto” el inicial efecto relajante de esta sustancia. Con lo que la solución es un nuevo problema.

Por último, formas secundarias de depresión acompañan con mucha frecuencia a los trastornos de ansiedad, como complicación añadida. La aparición de sentimientos de tristeza, o sentirse atrapado, apático o con desesperanza pueden suceder tras una larga historia de ansiedad crónica.

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¿Tiene tratamiento la ansiedad generalizada?

Tiene tratamiento y es muy eficaz.

Es muy común que los afectados no consulten a un psiquiatra ya que “están acostumbrados” a su forma de ser y lo consideran como una parte inherente de sí mismos.

Con frecuencia el paciente con trastorno de ansiedad generalizada ha consultado a algún médico, bien será por sus dolores de cabeza, por sus molestias digestivas, o por la tensión muscular que les acompaña. Normalmente las exploraciones médicas son negativas, y salen descorazonados porque les han dicho que “solo son nervios” y “que aprenda a relajarse”. Es posible que su médico les recomiende que visiten a un especialista en salud mental, o bien que les prescriba una medicación durante una corta temporada… y nada más, con lo que no se resuelve el problema.

Por lo general, el trastorno de ansiedad generalizada precisa de un tratamiento combinado (farmacológico y psicológico), en función de síntomas, gravedad, limitación y tiempo de evolución. Debe hacerse una evaluación muy cuidadosa, por las complicaciones en cuanto a depresión y trastornos por abuso de sustancias.

“No hay que tener miedo de la pobreza ni del destierro, ni de la cárcel, ni de la muerte. De lo que hay que tener miedo es del propio miedo”.

(Epícteto de Frigia)

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Epicteto de Frigia (55-135) fue un filósofo griego, de la escuela estoica, que buena parte de su vida fue esclavo en Roma. A instancias de su dueño Epafrodito estudió con el filósofo estoico Musonio Rufo.

Fue manumitido alrededor del año 93, y se trasladó a Nicópolis en el noroeste griego donde fundó una escuela. En su época su fama fue grande, siendo muy respetado. A imitación de Sócrates no escribió nada.

Sus enseñanzas estaban basadas en las obras de los antiguos estoicos, aplicándose a las tres ramas tradicionales de la Stoa: lógica, gísica y ética. Las enseñanzas de Epícteto se conservan en un Manual y unos Discursos que editó uno de sus discípulos, Flavio Arriano, y tratan únicamente de ética.

Según Epícteto, el papel del filósofo consistiría en vivir y predicar la vida contemplativa, centrada en la noción de eudaimonía (‘felicidad’). La eudaimonía, según la doctrina estoica, sería un producto de la virtud, definida mediante la vida acorde a la razón.