… y también adiós. 

Robin Williams en una foto reciente. Triste mirada. 

Durante las vacaciones siempre nos sorprende alguna noticia, por inesperada y discordante con esta época.   

En esta ocasión ha sido la muerte por suicidio consumado del actor Robin Williams. Tenía 63 años y era una persona exitosa y reconocida en su profesión (había ganado un Oscar en 1997, varios Globos de Oro y recibido en 2005 el Premio Cecil B. de Mille a la mejor trayectoria profesional). También se le conocía como filántropo, ya que dedicaba parte de su tiempo y su dinero a distintas causas, y también he leído que ayudó económicamente a su amigo Christopher Reeves y a su familia tras su fatal accidente.
Williams en el cartel publicitario
de «Good morning, Vietnam»

Se inició como actor de comedia (un histrión*) primero en televisión y luego en el cine. “Good Morning, Vietnam” fue su primer éxito. Pero también actuó con otros registros como en “El club de los poetas muertos” (en la que Williams interpretaba el papel de profesor de literatura, y como gran ironía y retruécano del destino en esa película uno de sus pupilos se suicidaba al no soportar la incomprensión de su padre frente a su vocación: ser actor).






Aquí, como un extravagante y sensible profesor de literatura: 


Williams alternó muchos trabajos comerciales con propuestas más serias y había sido muy alabado por sus interpretaciones en “Retratos de una obsesión” e “Insomnio”, ambas de 2002.

En los periódicos que informaban de la noticia he leído que el actor sufría un cuadro depresivo, pero también entre sus antecedentes destacaban una dilatada historia de adicciones: a la cocaína, al alcohol… Se había sometido a tratamientos de desintoxicación, pero había recaído en el consumo de alcohol hace varios años. Su último ingreso para desintoxicación alcohólica fue hace unos meses. Mala combinación para la salud las drogas, el alcohol, la depresión…

Obviamente es una temeridad hablar de la enfermedad de una persona a la que nunca has entrevistado, conocido, ni tratado médicamente…  por mucha información que den los diarios. Escriben sobre el mito del  payaso triste (**) que ríe por no llorar y también sobre los reveses que sufrió Williams en su vida: la muerte de amigos, John Belushi, también actor y víctima de una sobredosis; de Revees-Superman que acabó sus días en silla de ruedas, o la más reciente la de su hermano.

Como mucha gente del espectáculo su vida personal fue algo inestable, tres matrimonios, dos divorcios, tres hijos ya adultos de los que decía que “eran su motor y motivación en la vida”… ya que el actor en varias entrevistas se había referido con toda franqueza a sus adicciones.

Leo también otro apunte clínico, su actual esposa Susan ha aireado que en fecha reciente se le había diagnosticado un estadio precoz de enfermedad de Parkinson, dato que Robin todavía no había asimilado y que tampoco quería hacer público. Muchos pacientes con Parkinson también sufren cuadros depresivos… quién sabe si era el motivo de su aflicción.

Como sea, nunca sabremos la causa última de su tristeza, desamparo, desaliento y su abandono final, ya que la solución de este enigma se lo lleva el paciente consigo.

Siempre pienso que el suicidio es un acto agresivo contra uno mismo (esto es evidente) aunque para el paciente puede significar una vía de escape, pero también que es un acto tremendamente agresivo hacia su entorno. ¿Qué sentirán sus hijos, su mujer, sus amigos… aquellos que le quisieron como persona, no como personaje? Qué dolor por no haberle podido tender una mano, porque la desesperación del suicida sea superior al amor, al prestigio y desde luego al dinero. Insisto, mala combinación cocaína, alcohol…

Sin embargo, de esta muerte lo que me preocupa es cómo la noticia del suicidio de un famoso puede afectar a pacientes que sufren cualquier cuadro psicológico, especialmente si han sido diagnosticados de depresión.  Aunque su trastorno no sea similar, ni nunca hayan pensado en quitarse la vida siempre se abren interrogantes: “¿Sería capaz de hacerlo yo?”  “¿Podría llegar a perder la razón hasta el punto de llegar a suicidarme?”. Y porque además tiñe de fatalidad la lucha que contra la depresión tiene que lidiar aquel que la sufre.

Aunque como en cualquier enfermedad no todas las depresiones se superan,  LA INMENSA MAYORÍA DE LOS CUADROS DEPRESIVOS SE PUEDEN CURAR: con ayuda profesional, con tratamientos, con cambios en el estilo de vida, con soporte familiar, con tesón. 

Y siempre, siempre, siempre evitando las drogas, especialmente ese sórdido veneno que es la cocaína y la terrible combinación de ésta con el alcohol, ya que producen una importante alteración en los mecanismos de neurotransmisión cerebral y dificultan su recuperación.   


(*) Histrión:
Máscara histriónica de teatro grecolatino

Histrión era el nombre que se daba el teatro grecolatino al actor que actuaba disfrazado. En la antigua Roma los histriones eran objeto de desprecio, ya que por su condición de siervos no podían adquirir el derecho a alcanzar la ciudadanía romana.

Más tarde la palabra sirvió para designar a los actores teatrales en general, aunque conservó cierto matiz peyorativo al aludir también a personas que en su vida cotidiana actúan con demasiada afectación.
(**) El mito del payaso triste:

Se refiere a Canio, personaje de la ópera Pagliacci, compuesta por Ruggero Leoncavallo que también es autor del libreto. Fue estrenada en 1892 convirtiéndose en un gran éxito. 
Representación verista de «Pagliacci», con una puesta en escena similar a la de su estreno


Una de las arias más famosas es «Vesti la giubba» (Ponte el traje), que sintetiza el estereotipo de aquel que debe fingir alegría ante el públic, a pesar de su tragedia privada. Excepcional en la voz de Luciano Pavarotti: 


Canio representa el arquetipo de payaso triste, condenado a reír mientras la tragedia corroe su corazón. Es un personaje característico de la literatura, la música y la pintura de la Belle Époque, que de la mano de Charles Chaplin, otro gran histrión, se convertiría en uno de los iconos del siglo XX.


PAGLIACCI:

El gran tenor Enrico Caruso en el papel de Canio

Chaplin en la película «A dog`s life»

Robin Williams en el film «Patch Adams»