La Organización Mundial de la Salud define la depresión como:

Un trastorno mental frecuente, que se caracteriza por la presencia de tristeza, pérdida de interés o placer, sentimientos de culpa o falta de autoestima, trastornos del sueño o del apetito, sensación de cansancio y falta de concentración.”

 Según la entidad, en el momento actual más de trescientos cincuenta millones de personas en el mundo la padecen.

Aunque sabemos que la depresión no es una enfermedad o grupo de enfermedades nuevas, ya que está descrita históricamente, no es sino a partir de la década de los 50 del siglo XX en que empiezan a disponerse de fármacos para tratar la misma. Hoy en día contamos con distintos grupos de productos con diversos mecanismos de acción para paliar este sufrimiento.

Sin embargo, recientemente han surgido voces advirtiendo del daño que producen estos fármacos y los desenlaces adversos para la salud. Sin embargo, los resultados de un amplio análisis sistemático de 45 metaanálisis que incluían más de mil estudios observacionales mostraron que la evidencia no respalda tal aseveración.

¿Qué es un metaanálisis?

 En medicina un metaanálisis es el estudio que se basa en la integración sistemática de la información obtenida en diferentes ensayos clínicos sobre un tema de salud. Estos estudios se identifican y revisan con el fin de dar una estimación cuantitativa de los casos observados. Al disponer de un mayor número de observaciones, el poder estadístico de esta herramienta es superior al de los ensayos clínicos.

Antidepresivos y efectos adversos:

Obviamente, los fármacos antidepresivos –como todos los fármacos- presentan efectos adversos, que dependen del mecanismo de acción de cada grupo de fármacos, y dentro de cada grupo, del fármaco en concreto.

Por otra parte, hay grupos de población que son más vulnerables a los efectos adversos: los ancianos, los niños (y aquí añadiría que hay que ser muy cauteloso y preciso para determinar si un niño debe recibir medicación psicotrópica) y por supuesto las mujeres embarazadas, o los pacientes con enfermedades hepática o renal que retardan la eliminación del fármaco.

Esto es, antes de prescribir un antidepresivo, y vale para cualquier psicofármaco, debemos:

  • Cerciorarnos de la precisión del diagnóstico.
  • Elegir el fármaco en función de la respuesta terapéutica previa del paciente o bien de la respuesta familiar –si ha existido-.
  • Prescribir el fármaco a la dosis precisa, pero siendo precavidos al inicio del tratamiento (si el paciente nunca ha recibido este psicofármaco) para minimizar los efectos adversos.
  • Monitorizar cuidadosamente la toma de medicación, no solo al inicio, sino durante todo el tratamiento.