El trauma y los trastornos relacionados con factores de estrés son trastornos en los que la exposición a un acontecimiento traumático o estresante aparece, de manera explícita, como un criterio diagnóstico. 

Hace unos días hubo un nuevo atentado terrorista en París, y hacía poco otro en Dortmund y otro en Estocolmo. Ya son tantos, que parece que casi no son noticia. Pero si, son noticia, tanto para las víctimas, como para sus allegados, para las personas que viven en esas ciudades o los que estaban de paso en ellas (y ni siquiera eso, ya que todos podemos ser diana de los atentados).  Por tanto, un elevado número de personas pueden sufrir problemas psíquicos en relación al miedo y a la expectativa de peligro. En resumen, lo que en psiquiatría se conoce como trastorno por estrés postraumático.

La descripción inicial de este cuadro proviene del ámbito militar, con anterioridad había recibido nombres como fatiga de combate”, “ansiedad de combate” o “neurosis de guerra”. Estos términos fueron usados por vez primera en la I Guerra Mundial (en inglés se conoció inicialmente por “Shell shock.

No obstante, desde que el mundo es mundo, o desde que los hombres escriben su historia,  guerras las había habido -y muchas- antes del siglo XX. Por tanto, el fenómeno o los síntomas psicológicos de los combatientes no podía ser nuevo. Y así es, Hipócrates (siglo V a.C.) menciona en alguno de sus escritos que los soldados supervivientes de los combates sufrían aterradoras pesadillas. Y Herodoto, el historiador que narra con precisión las guerras médicas entre Grecia y Persia, también a principios del siglo V a.C., también menciona los síntomas que tenían los hoplitas (ciudadanos-soldados griegos) que habían participado en la batalla de Maratón.

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Pero repito, fue en la I Guerra Mundial que el término neurosis de guerra “hace fortuna”. Los médicos que atendían a los soldados británicos que habían estado en el frente tenían síntomas similares, como mareos, acúfenos, dolores de cabeza, temblores, amnesia y una gran hipersensibilidad al ruido. Interpretan estos síntomas como algo que cabrían esperar después de una herida física en el cerebro, pero muchos de estos soldados no tenían heridas en la cabeza. Por eso se pensó que pudiera existir un vínculo entre los síntomas y las explosiones de los proyectiles de artillería. En 1915, en la revista The Lancet, el Dr. Charles Myers lo describe en un artículo… atribuyendo la causa al ruido o a la onda explosiva; casi el 80% de estos casos presentaban además “neurastenia aguda” y el 10% “síntomas conversivos”.

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El poeta antibelicista Siegfried Sassoon, combatiente en la I Guerra Mundial, sufrió neurosis de guerra

El número de casos de shell shock creció a lo largo de toda la contienda. Y cuando empiezan a sufrirlo también algunos soldados que nunca habían sido sometidos al fuego de artillería, ni al impacto de la onda explosiva ni siquiera al ruido de la misma, empieza a dudarse de la explicación fisiopatológica inicial, siendo esa explicación física claramente insatisfactoria. Por tanto, empezó a desarrollarse una visión alternativa que describía la neurosis de guerra como una lesión emocional más que física.

Sin embargo, muchos de los combatientes que durante su estancia en el frente o al regreso a sus hogares sufrieron de “neurosis de guerra” o “fatiga de combate” fueron calificados y humillados por sufrir cobardía ante el enemigo, y algunos de estos soldados enfermos fueron ejecutados durante la guerra, tanto por el ejército francés (como se recoge en la película “Senderos de Gloria”) como por la mayoría de ejércitos beligerantes que llevaron a cabo fusilamientos por cobardía.

En la siguiente gran contienda que atenazó al mundo, la II Guerra Mundial, se conceptualizó como “fatiga de combate” un trastorno psicológico de tipo neurótico que se evidencia como un síndrome de estrés y repulsión al combate; el cuadro se presentó en los combatientes de todos los frentes.

Tras la II Guerra Mundial surgió un gran interés en los traumas de guerra, y también se describieron cuadros en supervivientes de torturas y campos de concentración, lo que permitió evaluar el curso evolutivo de estos trastornos y avanzar en las bases biológicas del mismo.

veteranos vietnam

Veteranos de la Guerra de Vietam

No obstante, a pesar de las medidas preventivas en salud mental desarrolladas por el ejército norteamericano, se estima que la guerra de Vietnam (entre 1964 y 1973) dejó unos setecientos mil soldados veteranos que han requerido algún tipo de ayuda psicológica. El denominado “síndrome post Vietnam” se diagnosticó con una elevada frecuencia en la década de los 70 y este hecho constituyó uno de los factores importantes para que la “American Psychiatry Association” incluyera el “Trastorno por estrés postraumático” en su Manual Diagnóstico editado en 1980, el DSM-III.

Hoy día, los criterios diagnósticos del DSM-5 (2013) recogen  los cuadros en relación a situaciones traumáticas en un capítulo diferenciado, ya que se ha ampliado conceptualmente a todos aquellos padecimientos psíquicos en los que la exposición a un evento traumático o estresante aparece, de manera explícita, como un criterio diagnóstico. Se clasifican como:

  • Trastorno de apego reactivo
  • Trastorno de relación social desinhibida
  • Trastorno de estrés postraumático
  • Trastorno de estrés agudo
  • Trastornos de adaptación
  • Otro trastorno relacionado con traumas y factores de estrés especificado
  • Trastorno relacionado con traumas y factores de estrés no especificado

Esto es, los dos primeros diagnósticos corresponden a cuadros de apego deficiente o inadecuado en la edad infantil.

Tanto el trastorno de estrés postraumático como el trastorno de estrés agudo, viene a cubrir de forma ampliada, todos aquellos cuadros en relación a una situación traumática. La diferencia entre ambos es el momento en que se experimentan los síntomas tras la situación traumática.

Los trastornos de adaptación son aquellos en los que se desarrollan síntomas emocionales en respuesta a un factor de estrés identificable (aunque dichos factores de estrés no se corresponden a traumas o vivencias catastróficas). A su vez, se distingue dentro de éstos en:

  • Con estado de ánimo deprimido
  • Con ansiedad
  • Con ansiedad mixta y estado de ánimo deprimido
  • Con alteración de la conducta
  • Con alteración mixta de las emociones y la conducta
  • Sin especificar

Y las dos últimas, como es lógico, son categorías residuales para cuadros clínicos que no se correspondan a los criterios previos.