Supongo que el reciente fallecimiento de una deportista conocida mueve el interés de los medios de comunicación acerca de la fama y su relación con la salud mental. Ahí va lo que me preguntaron y lo que respondí.

Fama. Definición de la RAE:

  1. f. Condición de famoso. 
  2. f. Opinión que la gente tiene de alguien o de algo. 
  3.  f. Buena opinión que la gente tiene de alguien o de algo. 
  4.  f. Noticia extendida acerca de algo.

FAMA Y SALUD MENTAL

  1. ¿Desde su especialización médica, Vd cree que la fama es un peso o una oportunidad?  ¿Cómo, por qué?

Creo que es presuntuoso hacer afirmaciones basadas en la especialización médica, ya que estas solo pueden avalarse por la literatura científica (nula al respecto) o en la experiencia clínica sobre casos reales, siendo por otra parte arriesgado generalizar o extrapolar. El resto es opinión, aunque sea una opinión meditada y basada en el conocimiento psicológico, no es exactamente científica puesto que no puede  contrastarse.

En general, para los humanos, que vivimos en sociedad el reconocimiento de nuestros semejantes es gratificante. (Esto es común para todos los primates a excepción de los orangutanes). Para la persona “famosa” la vivencia de esta fama dependerá de muchos elementos, especialmente de sus características de personalidad, por ejemplo, la introversión vs la extraversión, la conformidad grupal, el atrevimiento vs la timidez, la suspicacia, la sensibilidad vs la dureza, la astucia, la rebeldía, la autosuficiencia vs la dependencia, la necesidad de estima y la capacidad de autocontrol… y por supuesto de la combinación de estos factores.

Por otra parte, no olvidemos que la fama no es un fin en sí misma, sino que está íntimamente asociada al beneficio económico. Y este es un reforzador excepcional de cualquier conducta humana.

Asimismo, hay otros aspectos a considerar en esto que denominamos “fama”. El ámbito geográfico, local o universal, el valor y la difusión que los medios otorgan a dicha fama, y también la causa por la que se ha alcanzado (no creo que sea lo mismo que el sujeto sea famoso por recibir el Premio Nobel de Literatura, por ser un deportista o músico de éxito, por estar vinculado emocionalmente a otro personaje público o por ejercer de cibernético “árbitro de la elegancia” en nuestro siglo).  

Es decir, que si se trata de una “oportunidad” o de un “peso” dependerá de muchos factores, y repito que lo primordial son las variables de personalidad y madurez emocional de la persona.

  1. ¿Puede ser adictiva la fama? En el sentido de que su ausencia puede alterar el comportamiento de las personas que dejan de serlo (ser reconocidos en público) 

Creo que sí, la fama puede ser “adictiva” sobre todo para personas que tengan  necesidad de aprobación. En este sentido pensemos que nos gusta recibir elogios, tanto es así, que casi siempre los aceptamos con una levísima autocrítica, aunque dicho elogio sea recibido de un adversario. La fama puede otorgar un barniz de autoestima elevada que fácilmente se quebrará en ausencia de la misma. Y es muy posible que con su conducta el “exfamoso” busque recuperarla… ¿en qué manera? Cada uno es cada cual, pero casi siempre será un intento desesperado y patético de reconquistarla. (Pensemos en los retiros y regresos de actores, cantantes, toreros).

En este sentido como referencia cultural se me ocurre la película Sunset Boulevard de Billy Wilder donde se retrata el lado oscuro de la pérdida de la celebridad.

  1. ¿La fama puede traer trastornos o desequilibrios psicológicos?  

En primer lugar, reafirmando lo ya dicho, pueden existir factores de personalidad que predispongan a que la fama, el éxito o el dinero no sean beneficiosos para aquel que los recibe… la inmadurez emocional, la dependencia, la autoestima baja.

Pero también existe el efecto del halago que emitido por el público, medios de comunicación y el entorno “cortesano” del famoso, le reintoxiquen acerca de su propia importancia, pierda la autocrítica y también la percepción de su valía real.

Otro aspecto, es que la persona famosa puede tener a su disposición medios para conseguir todo aquello que desee, pagando precios disparatados por productos o servicios de lujo, que a su vez se convierten en una “necesidad básica”. Y precise seguir “en el candelero” para no apearse de ese nivel de vida.

Aunque es evidente que cambiar de pareja sentimental no puede considerarse patología, muchos famosos ostentan records en la secuencia amor/desamor que denota gran inestabilidad emocional, posiblemente consecuencia de un ego sobrevalorado y un estilo de vida burbujeante y caprichoso.  

También y muy importante, es la facilidad en la obtención de tóxicos que proporciona tanto el dinero como la vinculación con determinados ambientes. El alcoholismo y el abuso de sustancias tienen una elevadísima relación con las enfermedades mentales o con el empeoramiento de éstas. Y no sólo el abuso de sustancias, sino las adicciones sin tóxico como el juego.

En contraposición a todo esto, no olvidemos que las enfermedades mentales se distribuyen “democráticamente” entre la población general, y la prevalencia de los trastornos más comunes es alta, depresión (entre el 8 y el 15%),  trastornos de ansiedad (5%), trastornos bipolares (alrededor del 1%) o incluso trastornos psicóticos (superior al 1%) por lo que cualquier persona puede sufrirlas. Por ejemplo, la actriz Catherine Zeta-Jones reconoció en 2011 que sufría un Trastorno Bipolar. Esta enfermedad tiene una base genética y una patofisiología bioquímica que nada tiene que ver con el hecho de ser una actriz famosa.

En este sentido, no hay estudios que comparen la prevalencia de trastornos psiquiátricos entre población general y “población de famosos”… La diferencia radica en que nos enteramos cuando algún famoso padece alguna enfermedad pues su vida personal casi nunca es “privada”.

  1. ¿Cuándo un individuo conocido, famoso, renuncia a la fama por el anonimato? ¿Qué puede llevar a esa decisión que la mayoría considera absurda?  

No puedo contestar a esta pregunta; honestamente, no lo sé. Puede que la persona no soporte el vivir en público, o bien que la presión a la que se ve sometida para el continuo ejercicio de su disciplina y la consiguiente celebridad sea excesiva…

Por tanto el retiro temprano tanto puede ser un signo de salud mental (la renuncia consciente a algo que le está dañando, ¿Greta Garbo?) como una señal de padecimiento psicológico (pánico escénico, intolerancia al estrés, fobia social o incluso trastorno mental severo).

 

  1. ¿El no ser reconocido puede ser fatal para la autoestima, pero la fama o celebridad también puede tener consecuencias para la vida de las personas?  ¿Cuáles pueden ser desde el punto de vista psicológico?

Me remito a la segunda pregunta con algún matiz:

Si la autoestima de la persona se ha basado en el hecho de ser famoso, la pérdida de la misma representará una situación de duelo, que a su vez se manejará de peor o mejor manera, en función de las fortalezas psicológicas del sujeto.

También hay que considerar que la pérdida de la fama conlleva otras pérdidas: merma económica, desaparición de los aduladores, enfrentamiento a un nuevo estilo de vida, reinvención de uno mismo, el ejercicio de otro trabajo. Como en cualquier situación de cambio, suele haber un período de zozobra que puede resolverse de forma positiva o dramáticamente negativa.  

Aquí sería interesante matizar entre la fama y el prestigio. Creo que la fama es algo que tiene que ver con el foco mediático y puede ser muy evanescente, sobre todo si no está basada en una actividad o carrera profesional sólida. Sin embargo, el prestigio es algo –aunque también depende de la opinión social- mucho más sólido, ya que está basado en el esfuerzo, el talento y los logros del sujeto, por lo que impregna la autoimagen reforzándola.

 

  1. ¿Qué enfermedades mentales están vinculadas con la fama? ¿por qué?

Ninguna enfermedad mental está vinculada con la fama. Es posible que en la población de famosos (especialmente en el mundo de la música o de la actuación) haya un mayor consumo de sustancias que en la población general, pero tampoco esto que parece obvio puede afirmarse alegremente.

Las únicas publicaciones que vinculan patología psíquica específica con actividades artísticas son los de la psiquiatra Nancy Andreasen que a finales de los ochenta estudió escritores y sujetos control. Los escritores sufrían de más trastornos afectivos (trastornos depresivos y trastorno bipolar), alcoholismo y riesgo de suicidio. Poco o nada que ver con la fama, sino mas bien con una forma concreta de creatividad, la expresión verbal.

  1. A veces escuchamos decir, la fama le llegó demasiado joven y no pudo soportarlo. ¿Podría explicar este enunciado?  ¿Existe una mejor edad para enfrentar el ‘peso de la fama’?

Sí, y posiblemente sea cierta aunque también difícilmente comprobable. Muchos “niños o jóvenes prodigio” han sido “juguetes rotos”. A edades tempranas no parece buena la exposición al halago, la presión por mantener la celebridad, el poder disponer de todo (bueno y malo) en desmesura…Ya he comentado el tema de los tóxicos y el alcohol. 

Asimismo, el hecho de que un niño o joven sea el proveedor económico de su propia familia seguro que trastocará la relación con la misma y el papel educativo de los padres se difumine o desaparezca y sean sustituidos por “managers” o personas que a su vez obtienen un beneficio económico de esa temprana explotación.  

En cuanto a la edad óptima para soportar la fama, vuelvo a repetir que serán los rasgos de personalidad, las experiencias previas vitales, la educación recibida y la presión ejercida sobre la persona la que determina su “punto óptimo de maduración”.

Posiblemente haya personas mejor dotadas para el éxito que otras, y algunas que son temperamentalmente inadecuadas para el mismo porque se evidencia una gran discrepancia entre sus cualidades de ejecución y su fortaleza psíquica. Pongo por ejemplo de adecuación a Rafa Nadal, está en el circuito profesional desde la adolescencia y parece una persona equilibrada y mesurada proyectando esa imagen, valoremos que en sus declaraciones siempre es respetuoso y reconoce el trabajo de sus contrincantes (cosa que por desgracia no siempre sucede en el mundo del deporte, en el que tantos jóvenes se reflejan).

Es posible que a mayor esfuerzo para obtener esa fama, celebridad o prestigio, mayor solidez en lo personal. Lo que fácilmente llega fácilmente se evapora.