La American Psychiatry Association (APA) anunció esta semana el lanzamiento para el próximo 22 de mayo, de la nueva edición de su manual diagnóstico (el famoso DSM, que utilizamos los psiquiatras para “etiquetar”).

Se trata de la primera actualización en casi veinte años (el DSM-IV data de 1994) y según David Kupfer el psiquiatra presidente del grupo de trabajo del nuevo manual, DSM-5, se pretende reflejar casi dos décadas de avances científicos y experiencia clínica.

Cuáles son las principales novedades:

1.             La primera es anecdótica. El DSM pierde su ordinal romano (IV) para pasar a tener un cardinal arábigo (5) y así será en lo sucesivo.

2.             A lo largo del manual, los trastornos se enmarcan en tres contextos:
a.    La edad
b.    El género
c.    Las expectativas culturales

3.      La enfermedades mentales ya no se diferencian (como en manuales anteriores) en trastornos psiquiátricos de la infancia, la adolescencia y la edad adulta, sino que se incluyen dentro de un continuo. Además se permite especificar el grado de severidad de un trastorno.

4.            Se desglosa el antiguo apartado de “Trastornos de Ansiedad” en tres (para facilitar el diagnóstico, y también poner de relieve su carácter distintivo y las conexiones entre los trastornos):
a.    “Trastornos de ansiedad”
b.    “Trastorno obsesivo-compulsivo”
c.    “Trastorno por Estrés Postraumático”

5.        Se incluye el “Síndrome de Asperger” en los “Trastornos del Espectro Autista”.

6.            Se definen criterios para “nuevos” trastornos. Es decir, se admite que esas condiciones clínicas requieren un diagnóstico diferencial:
                                              i.     “Trastorno por atracones”
                                            ii.     “Trastorno de acaparamiento”
                                          iii.     “Trastorno del estado de ánimo disruptivo” (en niños)
                                           iv.     “Trastorno de adicción al juego”



Los atracones, la acumulación y el juego, tres trastornos comportamentales que el DSM-5 considera nuevas categorías diagnósticas 


7.         A su vez la transexualidad deja de considerarse un trastorno mental, aunque se mantiene una categoría como la “Disforia de género” que definiría a aquellas personas que no se identifican con su género biológico y ello les produce un malestar significativo.

8.     A su vez, en algunos diagnósticos relevantes, como el “Trastorno Depresivo Mayor” y el “Trastorno Bipolar” se amplían las descripciones o su subtipificación.

La elaboración del nuevo manual ha supuesto seis años de trabajo, habiendo participado 1500 expertos en salud mental de 39 países.

Se me ocurren dos comentarios:

Las clasificaciones en medicina, y por supuesto en psiquiatría tienen su utilidad, especialmente para entendernos entre los profesionales. Recordar que no implican una etiología (causa del trastorno). Y que detrás, o mejor dicho delante de la “etiqueta” está la persona.

Por otra parte, espero que la nueva “herramienta” sea útil y no suponga un mero catálogo con el que justificar posibles tratamientos farmacológicos o de cualquier tipo, no siempre de imperiosa necesidad. Recordemos el principio médico:

Primum non nocere” (*)

(*)   Lo primero, no perjudicar.

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