Viajes irreales, enfermedades irreales

A casi todas las personas nos gusta que nos presten atención, nos cuiden y nos mimen sobre todo cuando nos sentimos mal o estamos enfermos.
Sin embargo, este deseo natural, en un pequeño porcentaje de personas, está arraigado como una necesidad imperiosa de ser cuidado por los demás, y por tanto adoptan el papel de enfermos para requerir dichas atenciones. A este tipo de trastornos se les denomina “Trastornos facticios”.
Ante todo una consideración acerca del término “facticio” que fácilmente puede confundirse con ficticio (como de hecho son las enfermedades que estos pacientes simulan). En castellano y según la RAE, facticio quiere decir “artificial”, mientras que ficticio ya sabemos que se refiere a fingido.
Ahora bien, cualquier lector puede pensar que tampoco es tan grave el fingir estar enfermo (quien de niño no ha dicho que le duele la barriga para no ir al cole… o en el trabajo ha justificado un retraso diciendo que no se encontraba bien). No, no estoy hablando de esas pequeñas mentirijillas en las que nuestra salud se utiliza como excusa para conseguir algo o eludir un castigo.
El aparente objetivo de las personas que sufren un “Trastorno facticio” es adoptar el rol de enfermos, se cree que para conseguir identidad como tales, conmiseración, cuidados de su medio familiar y social y especialmente del entorno médico. Y para alcanzar su objetivo pueden ir más allá de la simple exageración o simulación de cualquier síntoma, sino que se infligen lesiones o daños y fabrican así “enfermedades artificiales”. Es habitual que este tipo de pacientes acumulen largos ingresos en hospitales, o acudan de hospital en hospital para ser tratados de sus dolencias, cambiando de uno a otro cuando son descubiertos por indignados y frustrados médicos.
Los actuales criterios diagnósticos para estos curiosos trastornos son:
A. Fingimiento o producción intencionada de signos o síntomas psicológicos.
La sintomatología puede ser inventada (por ejemplo, cuando el paciente se queja de dolor abdominal sin padecerlo), autoinfligida (por ejemplo, en el caso de abscesos producidos por la inyección de saliva o material contaminante debajo de la piel), puede ser una exageración o exacerbación de un trastorno físico preexistente (por ejemplo,  la simulación de un ataque de grand mal cuando se poseen antecedentes de crisis epilépticas), o puede ser una combinación o variación de todas las anteriores.
B.     El sujeto busca asumir el papel de enfermo.
C.     Ausencia de incentivos externos para el comportamiento.
(Por ejemplo, una ganancia económica, evitar la responsabilidad legal, como ocurre en casos de simulación).
Se consideran diversos subtipos, entre éstos el llamado “Síndrome de Münchhausen” especialmente grave, cuyas características son:
  •            La conducta facticia de enfermedad es especialmente crónica y grave, y ocupa toda la vida del paciente. Los síntomas y signos de enfermedad son producidos intencionalmente a través de peligrosas manipulaciones que se autoinflige el propio sujeto, como inyectarse material contaminante para producirse infecciones, ingesta masiva de anticoagulantes u otras medicaciones … garantizándose así una hospitalización. Estos pacientes se someten voluntariamente y gustosamente a intervenciones quirúrgicas y pruebas médicas invasivas.
  •           La peregrinación continua entre hospitales, ciudades e incluso países para seguir recibiendo tratamientos médicos.
  •          El paciente tiende a la pseudología fantástica en muchos casos. Además de los temas médicos hace falsas afirmaciones acerca de logros personales, credenciales educativas, relación con personas famosas, etc.

La prevalencia de los “Trastornos facticios” no está clara. En estudios realizados en países como Canadá, Australia y Alemania oscilan entre el 0,8% y el 1,3% de pacientes en atención primaria. Para el “Síndrome de Münchhausen” concretamente se cree que entre el 0,2-1% de pacientes hospitalizados.

El endocrinologo Dr. Richard Asher
El “Síndrome de Münchhausen” fue descrito por un médico inglés el 1951, el Dr. Richard Asher y su nombre deriva de un personaje real que vivió en el siglo XVIII, el barón Münchhausen. El Dr. Asher publicó sus observaciones en la revista “The Lancet”.
“Aquí se describe un síndrome común que la mayoría de los médicos han visto, pero del que poco se ha escrito y que como el famoso Barón von Münchhausen, las personas afectadas siempre han viajado mucho, y sus historias, como las que se le atribuyen a aquel, son a la vea dramáticas y falsas. En consecuencia, el síndrome está respetuosamente dedicado al Barón, y lleva su nombre”.
Asher, R, Lancet 1951 Feb 10;1(6650):339-41
  

Entre los “Trastornos facticios”, se ha descrito otro controvertido subtipo –que aunque no ha sido  totalmente reconocido por la comunidad científica, si ha generado alerta y se ha propuesto para estudios posteriores. Es el llamado “Síndrome de Münchhausen por poderes o delegación” (en inglés Münchhausen syndrome by proxy).
En este caso, fue otro médico británico, Roy Meadow quién en 1977  alertó de esta patología. (El Dr. Meadow ha sido incluso cuestionado legalmente por sus peritaciones en determinados casos).
La característica de este atroz cuadro clínico sería la producción o simulación de forma deliberada de signos o síntomas físicos o psicológicos en otra persona que está a cargo del individuo “perpetrador”. Típicamente la víctima suele ser un niño pequeño y la persona que simula o inflige los síntomas suele ser su cuidador habitual (y normalmente lo es la madre). Este antinatural comportamiento se efectúa por una necesidad patológica de asumir el papel de paciente o recibir conmiseración aunque sea a través de otra persona.

El barón de Münchhausen,
retrato de Brückner (1752)

Karl Friedrich Hyeronymus, barón de Münchhausen (1720-1797) fue un noble alemán que en su juventud sirvió al duque de Brunswick y más tarde se alistó en el ejército ruso, donde sirvió hasta 1750, la mayor parte del tiempo destinado en Riga (en la actual Letonia) y en Königsberg (actual Kaliningrado) tomando parte en dos campañas militares contra los turcos.
A su regreso a casa en Bodenwerder en la Baja Sajonia, Münchhausen adquirió una curiosa reputación por las exageradas historias que contaba a las ingenuas gentes de su pueblo, sobre las aventuras que había vivido en sus campañas militares. Sin embargo, era considerado un honesto hombre de negocios. 

La idílica ciudad de Bondenwerder

El escritor Rudolf Erich Raspe
A partir de estos relatos (aunque no tenemos la certeza de si realmente los contó el barón o no) el escritor alemán Rudolf Erich Raspe escribió y publica en 1785  en lengua inglesa “Relato que hace el Barón de Münchhausen de sus campañas y viajes maravillosos por Rusia”, relato que un año más tarde el poeta alemán Gotfried Bürger retraduce al alemán, y amplia con nuevas aportaciones  del folclore popular.


Las hazañas del literario barón son extraordinarias y extravagantes, en las que el protagonista puede montarse en balas de cañón, viajar a la Luna (donde viven los selenitas que tienen la capacidad de separarse de su cabeza), también viajar al infierno, bailar en el interior de una ballena, cabalgar sobre un caballo cortado por la mitad, sacarse a sí mismo de una ciénaga tirando de su coleta, conseguir encender la mecha de su fusil con su nariz, y transportarse volando sujeto de una cuerda atada a una bandada de patos.
El barón cabalgando sobre una bala de cañón

 

El barón es transportado por una bandada de patos

Rudolf Raspe recreó un  personaje literario entre lo extraordinario y el antihéroe, cómico y bufón, con una maravillosa imaginación que a veces rayaen el delirio. El tono del relato de Raspe es satírico, con un mensaje filosófico radicalmente opuesto al del racionalismo imperante en el siglo de la Ilustración. Por otra parte, el Münchhausen literario ha pasado a la historia no sólo como aventurero, sino como un redomado embustero e incluso mentiroso patológico.
Münchhausen, el trolero

Sin embargo, ninguna de sus historias hablan de enfermedades reales o imaginarias, a pesar de ello el nombre del varón también evoca esta categoría de diagnóstico psiquiátrico, merced la descripción del Dr. Asher.
El personaje del barón de Münchhausen ha interesado al cine desde sus inicios, y existen nueve versiones cinematográficas de sus aventuras, entre las que destaco:
·               “Les aventures du Baron de Münchhaussen” (1911) realizada por Georges Méliès. https://www.youtube.com/watch?v=N62OmiZC8XA
relatada como un sueño del personaje.


·             La barroca versión realizada por el director Terry Gillian en 1988 llamada también “The adventures of Baron Munchhausen”. El actor John Neville era el Barón al que daban réplica una jovencísima Sarah Polley en el papel de Sally Salt, y la bella Uma Thurman como Venus.
Uma Thurman era Venus en la película de Terry Gillian de 1988


E barón de Münchhausen (John Neville) con Sally Salt (Sarah Polley)

Los «Trastornos facticios» también han tenido su traducción cinematográfica y televisiva:
·               En el film “El sexto sentido” (1999) dirigida por M.N.Syamalan, el personaje del niño Cole descubre cual ha sido la causa del fallecimiento de otra niña, Kyra.

Fotograma de «El sexto sentido», entre otras sorpresas al niño Cole se le revela el secreto de la muerte de Kyra

·          En el episodio noveno de la segunda temporada de la archifamosa serie “House, M.D.” la etiología de las diversos y graves síntomas que sufre la paciente Anica son provocados por ella misma, es decir que padece un “Síndrome de Münchhausen”.

Retrato del actor Hugh Laurie, que interpreta al cínico Dr. House



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