Justin Quayle, sentado a orillas del lago Turkana (El Jardinero Fiel, 2005)
La industria farmacéutica está siendo duramente criticada(*).  En muchos de los argumentos que se esgrimen acuerdo. Sin embargo, en ocasiones este alud de críticas con  más o menos fundamento  parece estar patrocinada por posturas ideológicas al margen de lo científico (sectas como la Cienciología, algunos sectores  de medicina alternativa, la corriente anti-psiquiátrica, etc.). 

Un clásico anuncio de fitoterapia

Y si la industria farmacéutica recibe este alud de críticas,  la parcela de la psicofarmacología es un terreno propicio y todavía más abonado para las mismas.
Ayer por la noche, sin ir más lejos,  estuve viendo durante un rato un programa de investigación de factura norteamericana en el que se criticaba el uso de psicofármacos en niños (estoy totalmente de acuerdo que en USA se está llegando a proporciones alarmantes de medicación psicofarmacológica en población infantil).

Dieta para niños norteamericanos… con problemas de conducta y demás


En el mismo programa, también se trajo a colación la «maldad «de la industria al lanzar algunos de sus productos. Y aquí me quedé perpleja cuando un experto soltó algunas “perlas” acerca de este tema:

Opinión y explicación del «experto» (QUE NO LA MIA…):
  1. Medicamentos como la fluoxetina (el famoso Prozac) producen un estado de excitación insoportable, anula la voluntad, puede inducir al suicidio de personas sanas y a hacer cosas que no querrían, y además conlleva que la gente tenga que ser adicta a los tranquilizantes para evitar estos efectos.
  2. El mecanismo de acción de la fluoxetina era algo totalmente perverso, ya que al inhibir la recaptación de serotonina (neurotransmisor que según este espacio se había descubierto en los años ochenta) producía una situación totalmente antinatural en el funcionamiento neuronal.
  3. De la primera afirmación se desprendía que los fármacos tranquiliantes (benzodiacepinas) producen una adicción tan tóxica como la de algunas drogas ilegales.

Por alusiones a aquellos que utilizamos psicofármacos (aunque yo no he inventado el Prozac, jamás he trabajado para la compañía que lo sintetizó Eli-Lily, ni tampoco he sintetizado ninguna benzodiacepina), querría aclarar:

  1. La existencia del neurotransmisor SEROTONINA  (5-HT) ya era conocida a mediados de la década de los cincuenta.
  2. La inhibición de la recaptación de SEROTONINA no es un nuevo efecto que se produjera con el fármaco llamado Prozac (fluoxetina). De hecho los antidepresivos descubiertos a finales de los 50 y conocidos como antidepresivos tricíclicos y más tarde heterocíclicos ya contaban con este efecto farmacodinámico.
  3. La fluoxetina pertenece al grupo de los llamados inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS). Se buscaban fármacos que no actuaran sobre otros neurotransmisores (como la acetilcolina) para disminuir los efectos adversos de estos productos.
  4. Ni siguiera la fluoxetina fue el fármaco pioneroentre este grupo, antes ya existían la Trazodona y en el mercado europeo la fluvoxamina.
  5. Todos los fármacos (sustancias extrañas al organismo) tienen efectos adversos, que también están determinados por la vía de metabolización del propio individuo (esta vía de metabolización está determinada genéticamente). Esto ocurre en los jarabes de la tos, en los antidepresivos, en los analgésicos, etc.
  6. En cuanto los efectos adversos de fluoxetina (como la dicha intranquilidad y el desasosiego incapacitante y permanente que describía el experto, o los trastornos de conducta impropios de aquel que la recibe)a mi entender es una clara exageración por no llamarla directamente fasedad.  Aunque solo sea por la gran cantidad de personas que lo toman o lo han tomado sin experimentar tan atroz resultado. Si produce inquietud está limitada a los primeros días de tratamiento, y si el paciente no lo tolera, se retira el fármaco.
  7. Las benzodiacepinas (fármacos tranquilizantes) son productos muy seguros bajo prescripción facultativa. Hoy en día muy denostados… pero esa es otra historia.

Dos comentarios sobre la prescripción de medicamentos:


Obviamente la prescripción de cualquier fármaco es un acto médico, del cual dicho prescriptor es responsable.  El médico debe conocer el mecanismo de acción, sus efectos adversos, calcular el cociente riesgo/beneficio para su paciente y también informar al mismo de forma clara de todo esto.
Asimismo, el psiquiatra ó mejor dicho el médico (cualquier especialista) debe mantener una independencia de criterio tanto en su formación, como en su praxis y también ejercitar una permanente actitud crítica para recomendar a sus pacientes lo que,  a su buen saber y entender, pueda reportarles mayor beneficio, sin presiones por parte de la industria, ni recibir prebendas de ésta ni sus asalariados. Y esto vale también para aquellos médicos que se ven presionados por la institución para la que trabajan,  lamentablemente ahora más preocupadas -las instituciones- en ahorrar costes que en el ejercicio profesional. 

¿Que hay detrás de la «Dypraxa»? Las dudas del diplomático

EL JARDINERO FIEL (ficción)


(*) Esta corriente de opinión (anti-industria farmacéutica) llega incluso a la literatura y al cine, recordemos la novela «El jardinero fiel» de John Le Carré, que fue llevada al cine por Fernando Meirelles en 2005, con unos guapísimos protagonistas (Ralph Fiennes y Rachel Weisz, y una banda sonora estupenda obra del español Alberto Iglesias). 

Narra la historia del asesinato de una cooperante inglesa Tessa Quayle, residente en Kenia ya que está casada con un diplomático británico, convencional y aficionado a la jardinería.
Tessa se topará con la historia de experimentación de un fármaco («Dypraxa») que se está llevando a cabo sobre la población local sin las garantías que son obligatorias en los ensayos controlados de los países del primer mundo. 

Tessa Qayle, trabajando en el suburbio de Kibera en Nairobi (El jardinero fiel, 2005)
Huyendo de la empresa farmacéutica

Novela con mucha garra. La película, aunque muy interesante, traiciona un poquito el final de la novela. Maravillosas imágenes y música. 


… Y un poco de realidad: KIBERA

El suburbio de Kibera, a unos cuatro kilómetros del centro de Nairobi, es la mayor zona suburbial de toda África. No se sabe con certeza su número de habitantes, se especula que entre medio millón y dos millones de personas. Las condiciones en Kibera son de extrema pobreza, y la mayoría de sus residentes no tienen acceso a servicios básicos como electricidad y agua corriente, viviendo en condiciones de insalubridad. 


Las imágenes valen más que las palabras:


 



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