A nivel diagnóstico son dos categorías diferentes, aunque están muy relacionadas.
Las personas que experimentan crisis de pánico pueden llegar a sufrir agorafobia por el simple hecho de tener miedo a padecer crisis en algún lugar en el que las ha sufrido anteriormente.
Por otra parte, muchas de las personas que diagnosticamos de agorafobia en algún momento de su vida padecieron crisis de pánico, aunque ya no se presentes éstas de forma espontánea.