¿Qué es la depresión?
La tristeza es el estado de ánimo predominante en la depresión. Las personas que manifiestan este estado de ánimo probablemente estén sufriendo un cuadro depresivo, aunque también podemos encontrarnos con estados de irritabilidad, apatía, desinterés y desesperanza.
La depresión es una enfermedad real, muy frecuente e incapacitante, ya que afecta a más del 3% de la población. Y el porcentaje es mucho mayor en formas depresivas menos graves. La prevalencia de depresión es casi el doble en la mujer que en el hombre y el riesgo de padecerla aumenta, hasta tres veces respecto a la población general, si se tienen antecedentes familiares de depresión en parientes de primer grado. Debería tratarse de forma rápida y eficaz para evitar la cronificación que puede producirse hasta en un 20% de los casos.
El término médico”depresión” hace referencia a una enfermedad, un trastorno del estado del ánimo que interfiere significativamente en la vida de quién lo padece. No debemos confundirlo con el término coloquial con el que nos referimos a breves estados transitorios de desánimo, más o menos comunes, ante los estresores cotidianos.
La depresión en la adolescencia
El riesgo de depresión en la adolescencia es alto, se calcula que hasta un 20% de los adolescentes (1 de cada 5) sufrirá un cuadro depresivo a lo largo de este período de su vida. Este riesgo será más alto cuando:
- Existen antecedentes familiares, ya que sabemos que hay un fuerte componente genético en este padecimiento.
- El joven en cuestión tiene una baja autoestima y es muy crítico consigo mismo.
- Experimente una situación estresante en su vida, y entre estos acontecimientos vitales destacaremos:
- La muerte de un familiar próximo, especialmente uno de los padres.
- El divorcio de los padres.
- Una situación de intimidación o acoso (bulling).
- Un cambio brusco en su estilo de vida.
- Una situación de ruptura sentimental.
- Sentimientos persistentes de fracaso por un mal rendimiento académico.
- Dificultades en las relaciones sociales que forman el eje nuclear de sus intereses.
- Que el/la joven en cuestión experimenten dificultades ante el despertar sexual, incluyendo el reconocimiento y aceptación de su propia identidad sexual.
- Situaciones de embarazo en la adolescencia.
- Por otra parte, si ante cualquiera de estas circunstancias estamos hablando de una muchacha, será conveniente tener presente que las mujeres tienen un riesgo doble que los varones de sufrir trastornos depresivos.
Su hijo adolescente puede estar deprimido si se siente triste, melancólico, infeliz o abatido. La depresión es un problema grave, más aun si estos sentimientos han tomado el control de la vida de su hijo.
Los síntomas de la depresión en la adolescencia difieren algo de los que aparecen en la edad madura. En este tipo de depresión se apreciará tristeza e infelicidad, pero sobre todo la irritabilidad (disforia que llamamos los psiquiatras) será el estado de ánimo más sobresaliente… Y desgraciadamente, la irritabilidad, el malhumor, las reacciones ásperas especialmente ante los adultos de la familia, es una cosa común en estas edades, por lo que a veces se pueden malinterpretar.
Si un adolescente está deprimido, podremos observar algunos de los síntomas comunes de la depresión, pero con un cierto matiz de volubilidad y cambio, sobre todo cuando está “con los suyos”, con los que el o ella consideran su especie (a diferencia de nosotros los adultos, que somos la especie opresora):
- La ya mencionada irritabilidad, muy frecuente, con brotes repentinos de ira inapropiada o desencadenada por estímulos muy pequeños.
- Mirada triste, actitud física “de derrota” que denota pesadumbre, tanto en su postura corporal, como en sus movimientos, enlentecimiento de los mismos.
- Si verbaliza sentimientos de tristeza y no sabe a qué atribuirlos.
- Una mayor sensibilidad a la crítica.
- Quejas de somatizaciones, como dolores de cabeza, molestias digestivas, mareos y otros problemas corporales.
- Retraimiento frente a la gente, no tanto frente a los adultos, sino también una retirada social frente a sus amigos y la gente de su edad, con la que habitualmente lo pasaba bien. Pasar tiempo a solas y ensimismado.
- Dejar de lado actividades que habitualmente le gustaban.
- Sentir cansancio buena parte del día.
- Disminución del rendimiento académico, aun cuando haya invertido tiempo en el estudio. Dificultad para entender las tareas escolares. Quejas de dificultades para concentrarse.
- Dificultades para dormir y también que el sueño no sea reparador porque se despierte a lo largo de la noche, o bien muy temprano por la mañana.
- También puede presentar cierto letargo durante el día, que contrasta con un sueño no eficiente durante la noche.
- Cambio en los hábitos alimentarios, con pérdida de apetito o por el contrario un aumento desmesurado del mismo para calmar cierto grado de ansiedad.
- Problemas para tomar pequeñas decisiones del día a día, tendencia a posponerlas.