Mercadillo navideño en Viena



Pues sí, de nuevo estamos a mediados de Diciembre… Ya han encendido las luces en las calles, los grandes comercios abren los domingos, el tráfico se ha vuelto imposible en los últimos días, por la televisión anuncian perfumes, turrones y ofertas del supermercado, y en lugar de recibir las postales (Christmas) de mi infancia, recibimos a través del whatsApp buenos deseos, dibujitos con abetos, bolas y mini-Noels (emoticonos, vaya nombre).





Bien, como no quiero que me invada la nostalgia del pasado año, me he dicho: “Voy a escribir sobre películas navideñas”, y me he puesto a rebuscar en mi memoria. A ver qué encuentro.

¡Qué bello es vivir! (It’s a wonderful life”, 1946)

Títulos de crédito de «¡Qué bello es vivir!» en glorioso blanco y negro


Vaya, pues lo primero que he encontrado es muy nostálgico. Se trata de “¡Qué bello es vivir!” que a lo largo de mi vida he vista en televisión decenas y decenas de veces (no en vano es la película que más se ha emitido en las cadenas televisivas de todo el mundo durante las fechas navideñas… ahora creo que ya no la pasan).

Frank Capra

La dirigió Frank Capra y James Stewart y Donna Reed fueron son protagonistas. Está basada en un cuento corto escrito por Phillip van Doren Stern, un escritor e historiador norteamericano especialista en la Guerra Civil, y que se publicó en 1943 en un par de revistas que lo incluyeron en su número de diciembre como relato navideño. Por casualidad, una de éstas cayó en manos de David Hempstead, productor de RKO Pictures y se compraron los derechos de la obrita por diez mil dólares. Después de que varios guionistas trabajaran en su adaptación sin demasiado éxito, la RKO vendió los derechos de la historia –por la misma cifra- en 1945 a la compañía Liberty Films, propiedad de Frank Capra, que adaptó la historia y la filmó al año siguiente.




El argumento trata de Clarence, un ángel de segunda clase, que tiene que hacer méritos para ganarse sus alas. Como última oportunidad es enviado a la Tierra, concretamente al pueblo de Bedford Falls en el estado de Nueva York. 

Bedford Falls

Clarence tiene una misión muy concreta, evitar el suicidio de un hombre desesperado, George Bailey, que es propietario de una empresa de préstamos y que está a punto de quebrar debido a la desaparición de un dinero (concretamente ocho mil dólares… recordemos que estamos en 1946). El culpable de la situación de Bailey es Mr. Potter un especulador que posee prácticamente toda la ciudad. 

George Bailey desesperado

George Bailey había soñado toda su vida dejar el mísero pueblo en que había nacido, estudiar una carrera universitaria y viajar por todo el mundo. Pero una serie de infortunios, el destino, y el hecho de que siempre estuvo dispuesto a hacer lo que era correcto le habían impedido llevar a cabo sus sueños. Cuando está a punto de lanzarse al río, ve como un anciano cae al agua, y una vez más olvida todos sus problemas y acude a salvar al pobre anciano, y mientras éste se seca las ropas mojadas, el viejo le dice que se llama Clarence y que es su ángel de la guarda. 

Angel rescatado y suicida rescatador


George no le cree, pero en la conversación le dice que desearía no haber nacido, Clarence se lo concede, y cuando regresan al pueblo, todo ha cambiado… George Bailey tiene la oportunidad de contemplar como hubiera sido la vida en su pueblo en el caso de no haber nacido… lo cual le hace recapacitar y pedir de nuevo su vida, a pesar que cree que irá a la cárcel por desfalco. Naturalmente, cuando regresa a casa la situación se ha trastocado en un final feliz, y unas campanillas nos anuncian que Clarence ha obtenido por fin sus alas.

Final feliz


Esta película es una fábula, un cuento en tono alentador y optimista característica del cine de Frank Capra, quien tras la Gran Depresión en los Estados Unidos se especializó en películas con mensajes sociales que abordaban los problemas cotidianos del ciudadano medio enfocados desde una óptica confiada y esperanzadora.

«¡Qué Bello Es Vivir!» aborda el asunto del heroísmo de la gente anónima, esa gente que lucha día a día por mantener a sus familias y procurar un bienestar a la gente que les rodea despreocupados del propio egoísmo material. Recuerdo sobre todo la primera vez que la vi, no sé qué edad tenía, pero debía ser pequeña porque también recuerdo que mi padre me fue explicando los “flashbacks” que no entendía, y al final me habló de que si me daba cuenta de que todas las personas eran importantes y de cómo influimos todos en la vida de todos. En mi ingenuidad infantil lo creí… en mi ingenuidad de adulto, lo sigo creyendo.



Feliz Navidad, Mr. Lawrence 
(“Merry Crhistmas, Mr. Lawrence)

Carteles británico y japonés de la película























Es una producción británico-japonesa del año 1983. Fue dirigida por Nagisha Oshima, y sus protagonistas fueron David Bowie, Ryuichi Sakamoto y Tom Conti. La banda sonora, que compuso Sakamoto, se hizo bastante famosa en su día, y ganó el premio BAFTA a la Mejor B.S.O. del año.

En realidad esta película es un drama bélico, ambientada en un campo de prisioneros japonés durante la II Guerra Mundial. El título alude a como transcurrió una Nochebuena en el campo.
El pasado de Jack Celliers
Ante todo el honor para el Capitán Yonoi
Los soldados británicos no comprenden al coronel Lawrence


La guerra ha acabado. Uno de sus carceleros será ajusticiado.
 Lawrence se despide de él

Esta película me gustó porque trata el tema de la culpa (el Mayor neozelandés Jack Celliers vive atormentado por haber traicionado a su hermano en la adolescencia), del honor (representado por el comandante del campo, el Capitán Yonoi) y sobre todo el respeto hacia los valores del enemigo (papel que representa el Teniente coronel Jack Lawrence) que intenta explicar a sus compañeros la forma de pensar de los japoneses, aunque los soldados británicos casi le consideren un traidor.








“Love actually”

El archiconocido cartel de la película



Esta es una comedia romántica de 2003, dirigida por Richard Curtis, que creo que hemos visto todos, todos y todos.

La acción transcurre en Londres a lo largo de cinco semanas antes de Navidad. Son nueve historias de amor entrelazadas (más un personaje solitario que protagoniza el inefable Rowan Atkinson aka Mr. Bean) con un final feliz para la mayoría.

La historia que quiero destacar es la de Sarah (la magnífica actriz Laura Linney le da vida), Karl y Michael. Sarah trabaja en una empresa de diseño gráfico y hace años que está “secretamente” enamorada de Karl, el director creativo de la compañía. Sarah está constantemente respondiendo a las llamadas telefónicas de su hermano Michael, ingresado en una institución mental. 

Sarah y Karl, casi se consuma esta historia de amor

Durante la fiesta de Navidad de la empresa por fin se propicia un encuentro entre Sarah y Karl… que naturalmente es interrumpido por las llamadas de Michael. También vemos en otra escena que Michael pierde los nervios y víctima de su delirio intenta agredir a Sarah. Sin embargo, Sarah pasa la Nochebuena con su hermano en el hospital, le regala una bufanda que coloca alrededor de su cuello y ambos se abrazan… Realmente amor.

Sarah y su hermano Michael, realmente amor

Amor en cualquier formato: romántico, fraternal, filial, maternal o paternal, de tus amigos, de tus abuelos, de tus parientes políticos, de tus convecinos, de tus compañeros de trabajo, de la gente que pasa por nuestro lado. Que lo recibamos y que lo entreguemos… y no olvidemos querernos un poquito más a nosotros mismos.




Esto es lo que para todos deseo en Navidad.