En su periplo alrededor del Sol, la Tierra nos ha llevado hasta diciembre… y como cada año vuelve la Navidad.

Este año no deseo hablar del estrés que nos pueden producir estas fiestas, ni tampoco acerca de si nos podemos deprimir mas por ello, ni tampoco de la nostalgia de las ilusiones infantiles.

Este año me parece obligado referirme a las personas que no se estresarán ni se deprimirán porque sea 25 de diciembre, ni tampoco tendrán melancolía por recordar las navidades de su infancia, ya que en su niñez apenas ha habido nada que celebrar.  Deseo hablar de los que poco o nada tienen porque a pocos o a nadie importan.

A través de la voz del escritor uruguayo Eduardo Galeano (1940-2015):

NOCHEBUENA

“Fernando Silva dirige el hospital de niños en Managua.

En vísperas de Navidad, se quedó trabajando hasta muy tarde. Ya estaban sonando los cohetes, y empezaban los fuegos artificiales a iluminar el cielo, cuando Fernando decidió marcharse. En su casa lo esperaban para festejar.

Hizo una última recorrida por las salas, viendo si todo queda en orden, y en eso estaba cuando sintió que unos pasos lo seguían. Unos pasos de algodón; se volvió y descubrió que uno de los enfermitos le andaba atrás. En la penumbra lo reconoció. Era un niño que estaba solo. Fernando reconoció su cara ya marcada por la muerte y esos ojos que pedían disculpas o quizá pedían permiso.

Fernando se acercó y el niño lo rozó con la mano:

-Decile a… -susurró el niño-.  Decile a alguien, que yo estoy aquí”

 

Se trata de un fragmento de “El libro de los abrazos” publicado en 1989. Galeano, periodista y escritor se distinguió por el uso sencillo y hondo de la palabra que usó para transmitir su testimonio tanto en su obra poética como en sus relatos.

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Feliz Navidad, a todos los que vivimos en este nuestro opulento mundo… y a los que no viven en él. Ojalá 2018 sea un año mejor para todos.

Por cierto, otra frase de Galeano que me encanta:

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