La melancolía o depresión melancólica es un tipo de depresión mayor grave. Puede tener una aparición estacional, en el hemisferio norte, en primavera y otoño.

Los psiquiatras que tenemos una cierta edad, en su momento nos iniciamos en el estudio de la psicopatología a través de libros clásicos (como la Psicopatología General de Jaspers) o bien en libro de texto como el famoso “Introducción a la psicopatología y la psiquiatría” editado por el Profesor Julio Vallejo. Este libro, actualmente en su octava edición constituye un abordaje sensato y riguroso que recoge tanto los temas clásicos como los más novedosos tratándolos de forma crítica.

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Esto quiere decir qué, aun habiendo incorporado en nuestra práctica posterior lo desarrollado por los Criterios Diagnósticos como los DSM,  hemos tenido la suerte de no limitarnos a leer los listados que se recogen en estos manuales.

Perdón, me he olvidado de explicar exactamente qué se entiende por “Psicopatología”: Resumiendo podríamos decir que es el área de la salud que describe y sistematiza los cambios en el comportamiento humano que no son explicados ni por la maduración o desarrollo del individuo, este es, entendidos como trastornos psicológicos o trastornos mentales. También se emplea el término para el estudio sistemáticos de signos o síntomas que se pueden encontrar formando parte de un trastorno psicológico.

Este farragoso preámbulo me sirve para hablar de la melancolía. Lo dicho, para los que tenemos una cierta edad y tuvimos como maestros a inteligentes eruditos, entendemos que la depresión melancólica o endogenomórfica se trata de una forma de trastorno afectivo particularmente severa y de origen biológico. Obviamente se trata de un trastorno depresivo, pero el conjunto de síntomas que presenta el paciente son muy característicos:

  • Humor depresivo, esto es, la tristeza vital y profunda que envuelve al sujeto hasta afectar a todas las esferas de su relación intra e interpersonal.
  • Pérdida de interés o placer por cualquier acontecimiento del entorno, se encuentra sin motivación. Esto significa que aunque al paciente le suceda algo positivo difícilmente reacciona con alegría. El paciente está pesimista o malhumorado y pierde la ilusión por su familia, su trabajo o su proyecto existencial. El llanto puede ser la expresión de este estado emocional, pero a veces el enfermo se queja de no poder llorar a pesar de estar profundamente triste.
  • Ansiedad psíquica y ansiedad somática, existe un gran desasosiego e intranquilidad interna, que en ocasiones es confundido con un trastorno de ansiedad (incluso por médicos generalistas) y por tanto mal diagnosticado e “infratratado”.
  • Insomnio inicial, medio y especialmente despertar precoz. La persona suele referir que se despierta al alba –o antes- con un gran malestar y desazón.
  • Somatizaciones diversas, entre las que destacan los trastornos gastrointestinales (y yo añadiría la extrema preocupación que estos síntomas digestivos, habitualmente leves, le generan al paciente).
  • Ideación de culpa y rumiación sobre hechos pasados. Son frecuentes los autorreproches que a veces se asentarán sobre bases reales, pero normalmente se trata de temas sobrevalorados e incluso ideas deliroides o delirantes acerca de una actuación previa del paciente. Por ejemplo, una persona con una depresión melancólica puede afirmar que “soy una mala persona” y al interpelarle del porqué de esta creencia manifiesta “nunca he sido amable con mis vecinos, les saludaba pero no me paraba a hablar con ellos”.
  • Hipocondrización. Preocupación por la salud física.
  • Pérdida de apetito y pérdida de peso. Y con ello un incremento de la preocupación por la salud, así como una posible creencia de que lo que le ocurre.
  • El pensamiento se caracteriza por contenidos de tonalidad negativa, así como una gran lentitud, y las vivencias de desánimo e incapacidad le ocupan casi la totalidad de su tiempo, su atención está acaparada por el malestar, y en muchas depresiones melancólicas pueden cristalizar en lo que llamamos ideas deliroides cuyo contenido gira alrededor de la culpa, la ruina y la hipocondría. (Se conoce por idea deliroide aquella idea errónea, autoconvincente y resistente a la lógica que aparece como consecuencia de un alteración de la afectividad. Al estar conservado el funcionamiento correcto del pensamiento, lo habitual es que cuando desaparece el cuadro depresivo la idea deliroide será reconocida como absurda).
  • Agitación psicomotriz. En muchas ocasiones la turbación y zozobra del paciente que sufre de depresión melancólica es tal, que no puede parar quieto, se mesa las sienes, se frota las manos llevándoselas al pecho, no puede permanecer sentado… puede llorar, gemir o incluso gritar, pero este llanto no le alivia, más bien al contrario, parece indisponerle todavía más.
  • Retardo psicomotor. Aunque pueda parecer que es incompatible con el punto anterior, el paciente con este tipo de depresión puede estar bastante enlentecido en sus movimientos, cosa que reconoce porque le cuesta mucho más tiempo llevar a cabo alguna tarea simple o su propio aseo personal. Esto también puede reflejarse en la entrevista, porque responde a nuestras preguntas de manera lenta y con lo que se denomina “latencia de respuesta”, esto es, que pasan algunos segundos antes de responder.
  • Dificultad para tomar decisiones. Cualquier cosa abruma al paciente, no hace falta que sea importante aquello que tiene que escoger, puede ser algo tan simple como “qué ropa me pongo… estoy frente a mi armario sin saber cómo vestirme, no sé que elegir”.
  • Apatía y abulia. Como causa o consecuencia de los dos puntos anteriores, el rendimiento del paciente va disminuyendo progresivamente hasta llegar a la abulia y la apatía total, frente a cualquier actividad. En algunos casos le resultará difícil salir de la cama o del sofá, a pesar de los infructuosos intentos de su familia.
  • Variación diurna. Es habitual que los pacientes con depresión melancólica presenten cambios a lo largo del día, y con mayor frecuencia se encuentran pero (pero mucho peor) por las mañanas.
  • Ideación suicida e intentos de suicidio. La vida se hace tan penosa para estos pacientes qué es fácil que piensen en el suicidio para poner fin a su desdicha. Por ello es importante la detección precoz de estos casos más graves.
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Melancolía de Edgar Degas

No sólo por lo manifestado en el último punto, sino por el gran malestar y perturbación que sufren estos pacientes, es importantísima la detección precoz de este tipo de depresiones. Porque además, se da la paradoja que suelen tener una buena respuesta al tratamiento farmacológico, eso sí, si este es eficaz, a dosis terapéuticas, durante el tiempo necesario y realizando los ajustes que se consideren precisos a tal fin.

Melancolía (Manuel Machado)

Me siento, a veces, triste
como una tarde del otoño viejo;
de saudades sin nombre,
de penas melancólicas tan lleno…
Mi pensamiento, entonces,
vaga junto a las tumbas de los muertos
y en torno a los cipreses y a los sauces
que, abatidos, se inclinan… Y me acuerdo
de historias tristes, sin poesía… Historias
que tienen casi blancos mis cabellos.

Manuel, el “otro” Machado

Manuel Machado Ruiz (1874-1947) fue un poeta y dramaturgo español, hermano de Antonio Machado.

Manuel, continuó en algunos aspectos la tarea de su padre. Antonio Machado Álvarez, conocido por su pseudónimo Demófilo, que fue antropólogo, escritor y folclorista. Manuel también fue divulgador y renovador del folclore popular, ya que su producción poética es rica en estructuras idóneas para el cante: coplas, seguidillas y soleares.  

Alma,_Museo_los_Cantares,_Manuel_Machado,_de_Juan_Gris

Influido por Verlaine y Rubén Darío su verso aparece ingenioso, ágil y expresivo, con huellas del movimiento post-romántico y los poetas malditos franceses.