Percibir ansiedad forma parte de la vida, es una experiencia normal que todos en algún momento hemos experimentado, por lo que por ello se habla de «ansiedad normal». 

Ansiedad normal

Esta ansiedad «normal» que es adaptativa o no patológica es un estado emocional que surge cuando una persona se siente en peligro, sea real o imaginaria dicha amenaza. Dicha emoción produce una respuesta fisiológica que prepara el cuerpo para reaccionar ante una situación de emergencia, ya que para preservar su integridad física frente a peligros el ser humano ha tenido que poner en marcha respuestas eficaces durante millones de años, algo que se conoce como la reacción de lucha o huida. 

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Ante una situación de alerta, el organismo pone a funcionar el sistema adrenérgico, y ello facilitará a nuestro homínido amenazado que pueda huir, redistribuir la sangre hacia los músculos, correr y trepar al árbol. 

Por ello, desde el punto de vista de la supervivencia de la especie la ansiedad se considera un mecanismo positivo y saludable, que ayuda en la vida cotidiana, siempre que sea una reacción frente a determinadas situaciones que ayuden al organismo a resolver «peligros» o problemas puntuales de la vida cotidiana… como este homínido moderno muy concentrado resolviendo un examen.

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Ansiedad patológica

No obstante, cuando se sobrepasa cierta intensidad y aparece un desequilibrio de los sistemas de respuesta o se supera la capacidad de adaptación entre el individuo y el medio ambiente, es cuando la ansiedad se convierte en «patológica» provocando un malestar significativo produciendo síntomas físicos, psicológicos y de conducta. 

En las sociedades humanas, esta característica innata, la respuesta de ansiedad se ha mantenido, pero también se puede desarrollar de forma patológica y conforma, en algunos casos, cuadros sintomáticos que constituyen los llamados «trastornos de ansiedad». Dichos cuadros tienen consecuencias negativas y muy desagradables para quienes los padecen… como presumo que lo ocurre a este nuevo ejemplar de Homo sapiens, sobrepasado ante un examen. 

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La diferencia entre ansiedad normal y patológica no es fácil de definir y puede variar entre los individuos en función de sus rasgos de personalidad. En general, los psiquiatras consideramos la ansiedad como patológica por:

  • la intensidad de los síntomas
  • la duración del proceso, que se prolonga mas tiempo del preciso 
  • la aparición de forma espontánea, sin un estímulo desencadenante
  • la presentación de una respuesta exagerada ante el estímulo que la suscita. 

Ansiedad según el predominio de los síntomas

Aun tratándose del mismo fenómeno unitario, se utilizan distintas denominaciones clínicas de la ansiedad en función de algún aspecto que se desea destacar. Todas estas denominaciones forman parte del lenguaje clínico, y muchas veces los médicos nos servimos de ellas para explicar la situación al paciente que las sufre… pero a veces, creo que no somos suficientemente hábiles en transmitirlas.
En función del predominio de los síntomas se puede hablar de:
  • Ansiedad somática
  • Ansiedad psíquica

a esta dicotomía podemos añadir los síntomas conductuales de ansiedad. 

 Ansiedad somática
En los trastornos de ansiedad, el paciente experimenta puede experimentar una pléyade de síntomas físicos, como son taquicardia, palpitaciones, opresión en el pecho, sensación de falta de aire, temblores, sudoración, molestias digestivas como náuseas o vómitos, percibir un «nudo» en el estómago, alteraciones en la alimentación, tanto en el sentido de estar inapetente como de necesidad imperiosa de comer, tensión y rigidez muscular, cansancio, hormigueos y sensaciones de mareo e inestabilidad, entre otros. 
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Asimismo, buena parte de los cuadros que recibían la denominación de «psicosomáticos» y actualmente se clasifican bajo el epígrafe de «Trastornos de síntomas somáticos». Esta categoría a su vez engloba a su vez a
  • Trastorno de síntomas somáticos
  • Trastorno de ansiedad por enfermedad
  • Trastorno de conversión (trastorno de síntomas neurológicos funcionales)
  • Factores psicológicos que influyen en otras afecciones médicas
  • Trastorno facticio
  • Dos categorías residuales que no se pueden incluir en los apartados anteriores. 

En la principal categoría del grupo, el Trastorno de síntomas somáticos, no se exige que no haya justificación o explicación médica para los síntomas que presenta el paciente. Lo cual tiene dos implicaciones:

  • La primera es que aunque un paciente esté en extremo preocupado por sus síntomas o se le vea muy ansioso, no se pueden atribuir alegremente sus síntomas a una causa psicológica, es decir, el anterior término «somatización» no debe colocar al paciente como que «no tiene causa orgánica»… puede que esta causa física exista, aunque no se haya encontrado inicialmente, por lo que se debe descartar la posible etiología orgánica del proceso. 
  • La segunda. Es que los criterios diagnósticos reconocen la influencia de lo mental o psicológico en las afecciones orgánicas. Influencia evidente y que afecta a todo trastorno o incluso ausencia del mismo, no pudiendo establecerse con total claridad una línea que separe lo que no es separable. Pensemos, lo psicológico «habita» en nuestro cerebro, que a través del sistema nervioso central, periférico, los sistemas endocrinos y el sistema inmune rigen la totalidad de nuestro bienestar (o malestar). 

 

Ansiedad psíquica (cognitiva) 

estrés-caricaturaLos síntomas de ansiedad dentro de la esfera psíquica se caracterizan por un incremento de la alerta, con pensamiento de anticipación amenazador, realiza anticipaciones amenazantes, continuas evaluaciones del riesgo, pensamientos automáticos negativos, imágenes importunas, percepción de bloqueo, sensaciones de pérdida de control o temor a perder la razón,  sentir una necesidad imperiosa de salir (huir) de la situación en la que se encuentra, percepción desagradable de vacío, extrañeza o despersonalización y en especial la sensación constante de que algo malo va a ocurrir. 

Síntomas conductuales de ansiedad:

Inhibición o sobreactivación motora, comportamiento defensivo, búsqueda de seguridad, sumisión, conductas de evitación y/o agresividad.  

Ansiedad según el tiempo de evolución: 

Si la ansiedad persiste de forma relativamente continuada, en mayor o menor intensidad, recibe las denominaciones de generalizada o flotante. Esta forma se contrapone a la ansiedad que aparece de forma paroxística o en crisis. La distinción, claramente clínica, es útil desde el punto de vista terapéutico, por las diferencias en su abordaje preventivo.
«No temo a nada en particular, pero en realidad todo me asusta»
  • La ansiedad flotante presenta esta característica, acecha y atrapa a la persona que la sufre que convive con ella en permanente temor. Este escenario emocional donde solo crece la incertidumbre crónica y el estrés constante es la característica esencial de esta forma de ansiedad, y que a su vez forma parte del «Trastorno de Ansiedad Generalizada».  Hay que resaltar que las personas que la sufren viven una realidad compleja y que les desgasta ya que la preocupación y sus reacciones no se centran en algún aspecto puntual, sino que todo lo abarca. 
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  • La ansiedad paroxística o en crisis. Lo que se conoce como «ataque de pánico».  Se trata de la presentación súbita e imprevisible de síntomas de ansiedad no limitados a ninguna situación o conjunto de circunstancias particulares; por lo tanto son imprevisibles. Como en otros trastornos de ansiedad, los síntomas predominantes varían entre los diferentes casos, pero son frecuentes la aparición repentina de palpitaciones, dolor en el pecho, sensación de asfixia, mareo o vértigo (que pueden hacer creer a la persona que está sufriendo un infarto) y sensaciones de irrealidad. 
  • Con ese cortejo de síntomas casi inmediatamente aparece un temor a morir, a perder el control o a enloquecer. Estas crisis suelen durar sólo unos minutos, aunque no es una regla constante y pueden alargarse. Tanto la frecuencia como el curso del trastorno es variable. A menudo, el miedo y los síntomas fisiológicos acompañantes se van intensificando de tal manera que la persona que los está sufriendo tiene una necesidad imperiosa de escapar de donde se encuentra… La experiencia es tan sumamente desagradable, que quien lo ha padecido suele experimentar un gran temor a que se reproduzca una crisis de nuevo, y todo ello no es debido a una «debilidad» de carácter ni nada similar. ¿Recordáis que en la serie «Los Soprano» el protagonista, el mafioso Tony Soprano sufría crisis de pánico?

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En relación al tiempo de evolución se habla también de:
  • Ansiedad aguda
  • Ansiedad crónica
Pueden parecer indistinguibles de la dicotomía anterior, pero no es exactamente lo mismo:
Ansiedad aguda
Los estados agudos de ansiedad son reactivos a una situación de estrés externa al sujeto, suelen tener una historia natural corta, y son -en general- de buen pronóstico. 
Ansiedad crónica
Existe una reacción persistente frente a desencadenantes menores. Se considera que hay personas con predisposición a la ansiedad y un curso prolongado de la misma siempre tiende a la refractariedad. 

Ansiedad en relación a rasgos de personalidad

Es otra distinción frecuentemente utilizada, que involucra el concepto de personalidad de base ansiosa. En este sentido cabe distinguir entre ansiedad rasgo y ansiedad estado. 
  • La ansiedad rasgo es una característica de personalidad estable, tanto a lo largo del tiempo como en diferentes situaciones. Este rasgo de ansiedad o predisposición se refiere a la tendencia del individuo a reaccionar de forma ansiosa, por su tendencia a percibir situaciones como peligrosas o amenazantes… y por ello pueden llegar a experimentar:
  • Ansiedad estado. La presencia de un cuadro clínico de ansiedad en concreto. 
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