“Los malvados dejan, a su paso, un considerable rastro de bajas y de damnificados y esos regueros de desgracias los ocasionan a conciencia”

 

Estos días hemos leído en la prensa una noticia aterradora. Un matrimonio residente en California, padres de -nada menos- trece hijos, fue detenido por torturar de forma reiterada a estos niños y jóvenes que eran sus hijos.

Leo en la prensa que las formas de tortura y maltrato eran variadas: malnutrición, descuido hasta lo inimaginable en el cuidado de la salud, empezando por la higiene, actitudes vejatorias, encadenamientos a los muebles de la casa, aislamiento completo, esto es, estos niños y jóvenes eran prisioneros de sus padres, no acudían a ningún centro escolar (parece ser que la casa estaba “dada de alta como centro académico para que los niños estudiaran”) y por tanto desconocían cosas elementales del mundo.

No iban al colegio, no los lavaban, no les daban de comer… pero estas personas iban colgando fotos en Facebook sobre vacaciones en Disney, ridículas repeticiones de las bodas de los padres en capillas de Elvis Presley de Las Vegas. En fin, no el “sueño americano” sino “una pesadilla americana”. Aterra pensar en las consecuencias que sufrirán estos pobres muchachos a lo largo de su vida, consecuencias físicas, cognitivas y psicológicas.

Antes que nadie me pregunte acerca de la patología que puedan tener estos individuos, me lo he preguntado yo, como siempre que me encuentro ante una situación de maldad que no comprendo. Cuidado, no quiero decir con ello que utilizo la palabra comprender como si dijera “aceptar” la maldad, pero el daño instrumental, aquel que se realiza para conseguir algo concreto es más comprensible: si un ladrón entra en casa de alguien a robar y le atiza un golpe a alguna persona para que no le descubra, eso es comprensible, reprobable, pero entendemos porque lo ha hecho ¿verdad?

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Sin embargo, ¿qué objetivo tiene la maldad de estos padres hacia sus hijos? Como alguien puede ensañarse «gratuitamente» con alguien y sobre todo si las víctimas son tus propios hijos.                                                               Madre cuidando a sus crías

Los torturadores psicológicos

Pensemos que en este caso la tortura no ha sido solo psicológica, sino también física. No siempre nos encontramos ante casos tan flagrantes (afortunadamente), pero sí que existen maltratadores (en este caso vale para masculino y para femenino) de “estar por casa”. Tienes unos rasgos comunes:

  • La intolerancia. Suelen ser personas que no respetan las opiniones de los demás, porque están llenas de prejuicios. Reaccionan de forma agresiva o resentida y también suelen tener un matiz sexista en sus actitudes.
  • La seducción. Curiosamente estas personas pueden mostrarse encantadoras, sobre todo al inicio de las relaciones, cuando quieren encandilar a su víctima.
  • El autoritatismo. Suele ser un rasgo que va unido a la intolerancia. Pueden presentar cierta obsesión por mantener un orden (en todos los sentidos) pero desde su punto de vista subjetivo, es decir, en función de su criterio. Expresen cólera con facilidad si se les lleva la contraria.
  • Rigidez. Como persiguen su única verdad, no es fácil que dialoguen o que puedan conciliar o consensuar, todo lo que no encaja con su pensamiento está mal.
  • No hay término medio. Tiene que ver con lo apuntado anteriormente sobre la rigidez, las cosas están bien (las suyas) o mal (las de los demás) sin matices de grises.
  • El chantaje emocional. Son personas muy habilidosas en incomodar y culpabilizar a los demás, especialmente a las víctimas de su chantaje. Pueden hacer que la otra persona se sienta mal por cosas que no ha hecho o que ni siquiera están mal.
  • Nula autocrítica. No saben encajar las críticas, ni la más nimia, ya que puede ser percibida como un ataque a su identidad, nunca se plantean la posibilidad de que se trate de una aportación constructiva.
  • Crítica hacia el resto. Estas personas critican a los demás con gran facilidad, buscando los defectos de los otros o inventando una debilidad para que la víctima se sienta mal; se trata de acciones orientadas al sometimiento del otro.
  • Cambios frecuentes de humor. Volubilidad es la constante.
  • Susceptibles. Se sientes ofendidos con mucha facilidad.
  • Aislamiento de sus víctimas. Pueden desconectar a su víctima de su familia y amigos, ya que lo que busca el abusador es la sumisión total.
  • Crueldad o insensibilidad. No requiere más comentarios.
  • Falta de arrepentimiento.
  • Promesas falsas. Expertos en pedir perdón, en realidad no se arrepienten.
  • Mentiras. Como se trata de personas manipuladoras no son honestas en absoluto.
  • Controladoras. Tienen la necesidad de sentirse superiores y controlar a los demás.
  • Falta de control emocional. Sobre quien no tienen control es sobre si mismos, se comportan de manera impulsiva, sin reflexionar sobre su vida interior.
  • Victimismo. Como siempre están culpando a los demás de sus propias acciones, adoptan un rol de víctima, esto es las acciones de daño psicológico son constantes pero no siempre serán directas, muchas de ellas vienen enmascaradas por un falso victimismo.
  • Falta de empatía.  Esta baja o nula empatía les permite hacer sufrir a la víctima sin remordimientos, porque no conectan con las emociones y temores de los demás.

Lo extraño en este caso en concreto es que el maltrato está ejecutado sobre los propios hijos. Por eso surge de nuevo la pregunta ¿por qué estos padres no actúan como padres?

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Se espera de la mayoría de los mamíferos que tengan cuidado de sus crías, las alimenten, permanezcan con ellas protegiéndolas hasta que pueda valerse por sí mismas. Y la especie humana, en su condición animal, realiza dicha conducta. Y como ser pensante y sentimental (con sentimientos) cuida de sus hijos, los quiere, los protege y les encamina hacia el futuro transmitiendo lo mejor de uno mismo, y llegado el momento les alienta a que se hagan independientes, porque los hijos aunque vengan a través de nosotros no son de nuestra propiedad

Antes que nadie me pregunte acerca de la patología que puedan tener estos individuos, me lo he preguntado yo, como siempre que me encuentro ante una situación de maldad que no comprendo. Cuidado, no quiero decir con ello que utilizo la palabra comprender como si dijera “aceptar” la maldad, pero el daño instrumental, aquel que se realiza para conseguir algo concreto es más comprensible: si un ladrón entra en casa de alguien a robar y le atiza un golpe a alguna persona para que no le descubra, eso es comprensible, reprobable, pero entendemos porque lo ha hecho ¿verdad?

Para intentar no escribir tonterías he indagado un poco acerca de la psicopatología en casos similares, me he encontrado con algunos estudios que podrían arrojar alguna luz:

  • Diversos artículos y también un libro “Sobre la psicopatología de la tortura y del exilio” (del que la sufre) y alguno aislado sobre la psicopatología del torturador. En ambos casos, desde un escenario político (la tortura como instrumento de la dictadura o del terrorismo) y analizándolo con una perspectiva psicoanalítica.
  • Un libo llamado “Neurología de la maldad”, que es el título que el profesor Adolf Tobeña eligió para su estudio sobre las bases biológicas de la conducta perversa, especialmente de la que tiene aquellos afectados por psicopatía.

A pesar de tratarse de un libro biologicista, leo en la introducción una reflexión filosófica:

 “La moralidad humana se apoya en dos ejes primordiales: evitar lesionar o perjudicar a los demás y procurar socorrerlos en caso de necesidad. No dañar, antes que nada, además de compartir y ofrecer ayuda siempre que sea posible. La conducta prosocial o moral implica cooperación y socorro llegando al extremo, si es preciso, de la merma de intereses o el sacrificio de objetivos propios. En eso se sustenta la benignidad: en el funcionamiento adecuado y espontáneo de los sentimientos morales.”

Por ello nos genera tanta alarma y extrañeza que unas personas actúen sin la moralidad humana fundamental… frente a sus propios hijos. ¿Qué objetivo, placer o resultado querían obtener estos padres? ¿La dominación? ¿ejercer un poder absoluto frente a los pequeños? probablemente no lo sabremos, quizá aquellos psiquiatras o psicólogos que los examinen llegarán a alguna conclusión.

El libro de Tobeña es muy interesante, tanto por los datos científicos que aporta como por su lectura bastante amena. Además, contiene muchas reflexiones acerca de la influencia que pueden tener circunstancias aparentemente banales (como el aburrimiento) en la génesis de la conducta malvada (pensemos por ejemplo el tema del acoso escolar, mencionado en una entrada anterior).

Por último, me interesa destacar que la maldad o el daño que proviene de personas con trastornos psíquicos (por ejemplo, una esquizofrenia u otro trastorno psicótico) es muy poco frecuente y, en la mayoría de casos, corregible cuando pueden mitigarse o eliminarse los síntomas que padecen, por tanto, este tipo de daño se puede prevenir.

Sin embargo, la maldad de los psicópatas o aquellos que tiene graves trastornos de la personalidad, como las personalidades paranoides o narcisistas es muy habiual.  Como decía el catedrático Tobeña en una entrevista:

“Así como hay genios o gente con talento futbolístico, también la hay con talento para hacer daño”

Cuando la verdad supera a la ficción:  CANINO

Hace unos años, en el Festival de Sitges se proyectó la película Canino (200) del director griego Giogio Lanthimos.

El argumento es el siguiente: se nos muestra el día a día de una familia de clase media que vive aislado en una casa en las afueras, rodeada de un extenso jardín y un alto muro. Los tres hijos adolescentes de esta familia son mantenidos sin contacto con el mundo exterior, bajo la tiranía de un padre que con la complicidad de la madre les hace ver la vida y la existencia de forma diferente a la realidad. Así el padre les “preserva” de ese mundo exterior peligroso.

En este universo de fantasía y dominación, ni siquiera el nombre de las cosas es lo que es, así mar significa un sillón cómodo, la palabra coño, representa es una lámpara y autopista es un viento muy fuerte y “zombies” son las pequeñas flores amarillas que crecen en el suelo).

Los hijos estaban bien alimentados y se les obligaba a hacer ejercicio para estar en forma, asearse correctamente y vestirse bien para las cenas y bailes familiares. Todo amor y armonía, con un desenlace abierto que no deja indiferente. Como vemos, argumento de terror superado por el terror real.