Desde 1950 se celebra el “Día Mundial de la Salud” el 7 de abril, fecha en que se conmemora la fundación de la OMS. Cada año se elige un tema específico con el que se destaca un área de interés para la OMS, por razón de su gravedad, importancia o trascendencia.  

Este año el tema es “Hablemos de depresión”, enfermedad que afecta a más de 300 millones de personas en el mundo (para hacernos una idea de la magnitud, sería casi la totalidad de los habitantes de Estados Unidos). Las consecuencias de la depresión son enormes, en cuanto a malestar, incidencia en la calidad de vida ya que es la principal causa mundial de discapacidad y contribuye notablemente en la carga mundial de morbilidad. La enfermedad depresiva es además la principal responsable del suicidio.

Hablar de la depresión y sobre todo de su prevención implica hablar de prevención.

PREVENCIÓN en la DEPRESIÓN

Cuando se habla de prevención de una enfermedad, siempre debemos plantearla en tres niveles:

  • Prevención primaria, que es la encaminada a evitar la aparición de nuevos casos.
  • Prevención secundaria, dirigida a realizar un diagnóstico precoz y consecuentemente un tratamiento temprano (el área fundamentalmente clínica).
  • Prevención terciaria, esto es, la que se debe practicar sobre los pacientes ya identificados para mejorar la evolución: es decir la prevención de recaídas y complicaciones tanto médicas, como psicológicas y sociales y especialmente la prevención del suicidio.

Prevención primaria

Posiblemente el aspecto más dificultoso, ya que debemos tener en cuenta que para prevenir una enfermedad, debemos conocer su causa. Y por tanto hay que ser conscientes de que en la aparición de la depresión jugarán un papel relevante tanto los aspectos biológicos como los psicosociales

Aspectos biológicos:

Hoy en díagenetica y depresión no se puede prevenir un déficit genético ni un desajuste bioquímico cerebral. No obstante hay que confiar en la investigación centrada sobre todo en las moléculas (neurotransmisores, neuroreguladores, síntesis de proteínas, hormonas) que están alterados en los pacientes que sufren depresión, y como no, en la investigación genética que pueda dilucidar que grupos de genes están involucrados en la vulnerabilidad de este trastorno.

 

Aspectos psicosociales:

En este sentido podemos hablar de una intervención a nivel personal y otra a un nivel social.

  • Intervención a nivel personal:

A nivel individual podríamos resumirlo en llevar una vida sana y lo más plena posible. Evitar el consumo de tóxicos y mantenerse en buena forma, no sólo física, sino intelectual y disponer de una buena red de apoyo emocional que es nuestro mejor escudo protector.

Art Institute of Chicago

También deberíamos plantearnos periódicamente nuestros objetivos, para tener expectativas realistas así como evaluar nuestro estilo de vida y el papel que jugamos en nuestro entorno (o dicho de otra forma, la gran importancia que tiene el hecho de sentirse útiles).

  • Intervención a nivel social:

A mi entender las actuaciones deben dirigirse, por una parte, a que nuestros niños y jóvenes mejoren la autoestima y las estrategias de afrontamiento ante la adversidad (utópica labor a realizar en el seno de la familia y de la escuela). Es decir, formar personas con capacidad para manejara el día a día y también que tengan una capacidad para enfrentarse “a lo que venga” (en nuestra sociedad occidental u occidentalizada el “estado del bienestar” se ha entendido como un supuesto seguro ante la desgracia… y la decepción, los inconvenientes y el sufrimiento forman parte de la vida).

Asimismo, competería a las políticas laborales, sanitarias y sociales disminuir globalmente los factores de estrés psicosocial, básicamente la injusticia y la inseguridad, y conseguir un fácil acceso a la educación y a la sanidad. (Quizá estos objetivos sean más utópicos todavía).

escuela depresión

        Escuela, base para la formación como personas

Prevención secundaria:

Me interesa hacer hincapié en el diagnóstico precoz. Para ello es importante el reconocimiento de los síntomas por parte del paciente y de su entorno, evitando el miedo al estigma de la enfermedad mental o la preocupación por los efectos secundarios de la medicación. Asimismo el hecho de que existan circunstancias adversas haciendo “comprensible” el que se sufra una depresión, suele retrasar la búsqueda de ayuda al interpretarla como una consecuencia lógica de lo sufrido. 

Aquí es fundamental la detección de la depresión en la asistencia primaria, ya que más del 10% de los pacientes visitados por médicos de familia presentan síntomas depresivos y no siempre reciben este diagnóstico. De hecho, un tercio de los pacientes que sufren trastornos depresivos no son diagnosticados (a pesar de haber sido visitados por algún especialista) y las dos terceras partes no reciben el tratamiento específico. La práctica común de prescribir un antidepresivo de «amplio espectro» (habitualmente un inhibidor selectivo de la recaptación de serotonina) no es suficiente, y en muchas ocasiones prolonga innecesariamente la asistencia que precisa el paciente, tanto farmacológica como psicológica. Como psiquiatra, reivindico la necesidad de un diagnóstico cuidadoso y preciso por parte del especialista. 

La cifra de pacientes con depresión se eleva mucho en la atención de otras especialidades médicas, como la gastroenterología, oncología, cardiología y neurología. 

Prevención terciaria:

Consistiría en intentar evitar el agravamiento de aquellos pacientes que ya presentan un trastorno depresivo, ya sea por:

  • Recurrencia (cuando hay un período de más de 6 meses sín síntomas después de un tratamiento y aparece un nuevo episodio depresivo).
  • Recidiva (cuando se produce la reanudación de los síntomas sin haber finalizado el tratamiento, esto es durante un período menor a 6 meses libres de síntomas).

Para ello, existen unas pautas de mantenimiento de los tratamientos farmacológicos, en función del número de fases depresivas que haya sufrido el paciente.

Por otra parte, las características del cuadro orientan al profesional para realizar una vigilancia de las complicaciones, como la cronicidad que puede producirse en un tercio de los casos. Hay que tener en cuenta que un correcto tratamiento reduce el riesgo de cronicidad a un 10%.

El suicidio es la consecuencia mas temible de un cuadro depresivo, La mitad de las personas fallecidas por esta razón podrían haber padecido de un trastorno depresivo mayor (que no a la inversa), ya que esta enfermedad y otros trastornos del estado de ánimo como el trastorno bipolar pueden incrementar hasta 20 veces el riesgo de suicidio. Hay que aclarar que en contra de lo que se cree a nivel popular un intento de suicidio es un indicador para un posible suicidio completado… Y lo que es más alarmante, en un estudio se halló que de entre casi seis personas que pusieron fin a su vida, el 83% de ellas había tenido contacto con los servicios de salud mental en el año previo a su fallecimiento. Por ello, la OMS ha hecho hincapié tanto en la prevención de la depresión como en la de esta fatal consecuencia. 

Prevención del estigma social: 

Y por último y no menos importante a mi entender, la prevención del estigma social, que lamentablemente todavía está asociado a las enfermedades cuyos síntomas principales son de la esfera psíquica. 

depresión, un camino solitario