Algún paisaje nos puede desasosegar y producir ansiedad

Que gran confusión con la palabra ansiedad: la utilizamos de diferente manera, con diferentes significados y en un número también variado de contextos, que a veces pueden resultarnos confusos.

En primer lugar, ¿cómo definiríamos la ansiedad desde un punto de vista biológico?

La definición más aceptada es que la ansiedad es un estado del organismo en el que éste se sitúa en alerta con respecto a una amenaza a su integridad (física o psicológica), y dicha alerta posibilita un gasto suplementario de energía.

Tiene una función muy importante con la supervivencia, ya que para preservar su integridad física el ser humano ha tenido que poner en marcha durante millones de años, respuestas adaptativas, como la reacción de lucha o huida.
Los humanos primitivos precisaban del miedo para luchar o huir de sus depredadores




Y a su vez ¿qué es la reacción de lucha o huida?
El fisiólogo Walter B. Cannon


También conocida como respuesta de estrés agudo, es el conjunto de respuestas fisiológicas ante la percepción de daño, ataque o amenaza a la supervivencia. Fue descrita inicialmente por el fisiólogo Walter Cannon, indicando que los animales reaccionan con una descarga general del sistema nervioso simpático, que les prepara para luchar o escapar.


Ello se debe, más concretamente, a que la médula adrenal produce una descarga de hormonas (adrenalina, especialmente).
Esta reacción es reconocida como la primera fase de un síndrome de adaptación general, que regula las respuestas de estrés no sólo de los seres humanos, sino en general de los vertebrados, pero también de otros organismos. 

Reconsideremos de nuevo nuestra definición anterior de ansiedad, e intentemos pormenorizarla. Podremos decir que la ansiedad es:
Ansiedad: sentimiento de temor y zozobra

1.  Un sentimiento subjetivo de temor indefinido, incomodidad, “discomfort”, inseguridad, tensión. Más o menos todos sabemos a que nos referimos, aunque la expresión verbal puede cambiar de una persona a otra, dependiendo en parte de la subjetividad y de factores socioculturales. Algunos pueden expresar claramente “miedo”, otras inquietud o nerviosismo, e incluso otras personas, desazón, desasosiego, angustia o zozobra.


2.      Un estado fisiológico de activación (que se conoce como aumento del arousal) de los mecanismos de control córtico-subcortical, mediatizados fundamentalmente por la formación reticular y cuyo resultado es una hipervigilancia (incremento de la alerta).

3.      Un conjunto de cambios fisiológicos periféricos que se han producido por el sistema nervioso neurovegetativo. Estos elementos constituyen la mayor parte de los síntomas y signos que pueden objetivarse en la exploración del individuo.

Ansiedad: conjunto de cambios fisiológicos periféricos


Todo este dispositivo psicofisiológico complejo, es básicamente el mismo del miedo. Su existencia y disponibilidad es por tanto necesaria. Supone una defensa del organismo ante situaciones de estrés, es decir, ante estímulos que alteran el equilibrio del organismo.
El miedo a los animales salvajes es claramente adaptativo para la especie

Por tanto, en muchas ocasiones hablaremos de ANSIEDAD NORMAL, cuando el dispositivo funciona ante determinadas situaciones de estrés. Sin embargo, esta respuesta es de intensidad leve o moderada, y de duración limitada, ante estímulos previsibles y comunes, y con un grado acotado de interferencia en la vida cotidiana. 

Es normal que Nemo y Dolly sientan miedo del tiburón…



Como ejemplo cotidiano podríamos decir ¿quién no ha percibido ansiedad ante un examen? Y el incremento del estado de alerta (si no es excesivo) puede ayudar a estar más atento durante el mismo.

Esta normal ansiedad por un examen, puede convertirse en patológica


Sin embargo, la ANSIEDAD se considera PATOLÓGICA cuando se dan las siguientes circunstancias:
·               La inadecuación entre estímulos o situaciones y la compleja respuesta de alerta. (Supongamos que ante el mismo examen, la persona sufre tantos síntomas vegetativos o experimenta tal temor, que es incapaz de acudir al mismo).
·               La persistencia en el tiempo de ese estado de alerta, más allá de los límites adaptativos. (Ya se ha hecho el examen, y sin embargo persiste la situación de temor y todo el cortejo de síntomas fisiológicos acompañantes).
·               No existe un estímulo identificable que desencadene la respuesta de ansiedad. (Nada ha pasado, y nos sentimos como si tuviéramos que enfrentarnos a un juicio o algo similar).

Evidentemente, existe un continuum entre la ansiedad normal y la patológica, de tal forma que no hay una frontera clara que los separe. Y es muy habitual que se vea modulada por el estado general del individuo, la intensidad del estrés y también del tiempo que el individuo haya padecido dicho estrés. Es decir, una persona que habitualmente sobrelleve situaciones cotidianas de estrés, puede tener una respuesta de ansiedad patológica ante estímulos similares si durante un período de tiempo ha padecido otras amenazas a su equilibrio psicofísico.  


Cuanto más tiempo permanece una situación estressante más probabilidades hay de que la respuesta de ansiedad se convierta en patológica



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